Puigdemont solo quiere salvar a Puigdemont

La única amnistía que le importa a Carles Puigdemont es la suya. Sueña con regresar a Cataluña para terminar lo que inició, sin rendir cuentas por ello, y activarlo en cuando tenga ocasión para hacerlo. 

Los desvelos quedan para Pedro Sánchez, que paga con la inestabilidad del país la osadía de dejar el futuro de todos en manos de socios nada fiables que solo trabajan en su interés propio.

La traca final a la tramitación de la ley de amnistía la prendió Junts al votar con PP y Vox para mandarla de vuelta a la Comisión de Justicia y recolocar, con ello, a cada protagonista en el lugar donde el delirante inicio de la XV legislatura le había situado.

Pedro Sánchez es rehén del soberanismo catalán y la inestabilidad del Gobierno, lejos de contenerse, se acrecienta. Mientras Bolaños llama a la calma y ‘vende’ que quedan tres años y medio de políticas progresistas, a Montero no le cuadran las cuentas de los presupuestos de 2024 ni de los escaños. Si Puigdemont está inquieto será infinito el desasosiego de un Gobierno con frentes abiertos a la derecha, con Junts, y a la extrema izquierda, con los cuatro de Podemos, que se juegan su futuro y el de Irene Montero.

Tiene expedito el camino el PP para renovar la mayoría absoluta en Galicia, con guerras internas de Vox, invención, según Abascal, de los medios, y el PSOE enredado en la amnistía, deambulando por un alambre que agitan por un lado Puigdemont y por el otro la Justicia.

Un mes queda para saber si Junts tumba su ley de amnistía o consigue que el PSOE se someta otra vez a sus exigencias. La libertad de Puigdemont está en juego y para los suyos vale tanto como la estabilidad de un país en el que nunca creyeron. En Esquerra desesperan. Cuando el prófugo huyó, les encarcelaron, y comprueban ahora cómo se diluye la injusta amnistía que casi acariciaban con las manos. 

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