Al que tiene buena puntería le basta un grano de pólvora para matar a un buitre. Así lo escribió Ferlosio. Por eso Fernando Savater, uno de los filósofos más lúcidos con los que cuenta España, se ha convertido en ejemplo singular de intelectual comprometido con la ciudadanía. 

Huyendo de los encasillamientos, fustiga a izquierda y derecha con su agudeza analítica y lingüística. Antifranquista contumaz, se erigió después en azote de ETA y el nacionalismo. Ahora lo es de Pedro Sánchez, aunque él se ha autodefinido en sus libros como socialdemócrata.

El alma del más bravío intelectual es la de un pensador levantisco, inconformista y contestatario. Eso le lleva a denunciar hoy el cinismo del presidente del Gobierno, que niega lo evidente y pretende que todos los ciudadanos veamos gigantes ("cerrar el conflicto catalán") donde solo hay molinos (la necesidad de los votos independentistas). En este sentido, Savater recordaba recientemente una comedia estadounidense en la que "el gran Walter Matthau" está en la cama con una explosiva rubia cuando se abre la puerta y entra la esposa con la bolsa de la compra. La amante se escabulle rápidamente. El asombro de la mujer no tiene límites, pero él palpa la cama y dice: "¿Qué pasa, cariño? ¿Una rubia? ¿Qué rubia? Yo no veo ninguna rubia… ¿No lo habrás soñado?".

El PSOE no tiene un problema con las críticas de la oposición, que son las previsibles en cualquier democracia. Su agobio radica en los reproches de muchos de sus propios referentes, sean históricos (Felipe González y Alfonso Guerra), actuales (García-Page y Borrell), universitarios (Fernando Vallespín y Francesc de Carreras) o intelectuales (Cercas y Savater).

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