Sobreproducción de élites
La amenaza del colapso de Occidente es un tópico que se repite secularmente. Desde el ocaso de la Roma clásica, siempre ha existido el temor a la irrupción de los ‘bárbaros’. No obstante, Oswald Spengler consagró el cliché hace un siglo con su célebre ensayo ‘La decadencia de Occidente’ (1923).
Su tesis era que todas las civilizaciones tienen un ciclo de vida con tres fases (crecimiento, florecimiento y decadencia) y que la cultura europea, absorta en un materialismo estrecho, estaba en la última etapa.
El pensador alemán se equivocó, pero desde entonces han resonado otros mil ecos que anuncian la ruina de la civilización occidental. Al final de la pasada centuria, Carlo Cipolla realizó una gran aportación histórica con ‘La decadencia económica de los imperios’ (1970). Más tarde, Paul Kennedy publicó ‘Auge y caída de las grandes potencias’ (1987). El historiador estadounidense demostró que todos los imperios (España, Portugal, Holanda o Inglaterra) terminaron cuando la multiplicación de sus responsabilidades militares agotó su economía. Y en 2018, Michel Onfray editó ‘Decadencia’. Ahora es Peter Turchin quien saca a la luz ‘Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política’ (2024), en el que propone una serie de ciclos históricos que explican el auge y la caída de las civilizaciones y, también, la forma en la que podríamos sortear las crisis o, al menos, reducir un posible impacto sangriento.
En 2010, este académico estadounidense de origen ruso predijo que 2020 iba a ser un año muy turbulento. Los acontecimientos le dieron la razón. Él defiende que sus afirmaciones son predicciones científicas resultantes de la aplicación de la matemática a los macrodatos. Asegura que con su modelo, que ha bautizado como ‘cliodinámica’ (‘Clío’ por la musa de la Historia y ‘dinámica’ por la ciencia del cambio), ha descubierto que "existen importantes patrones recurrentes que pueden observarse a lo largo de los últimos diez mil años de la historia de la humanidad".
cada día más poderosas compitan ferozmente entre sí, mientras que una población empobrecida se muestra dispuesta a apoyar a la élite más descontenta y polarizadora
El modelo asegura que cuando en un país, como Estados Unidos, coinciden una serie de acontecimientos (salarios reales estancados o a la baja, brecha entre ricos y pobres cada vez mayor, sobreproducción de jóvenes con titulación superior, merma de la confianza en las instituciones y explosión de la deuda pública), estos hechos han servido históricamente como indicadores de una inestabilidad política inminente.
En la línea del célebre filósofo Michael J. Sandel, que viene denunciando la erosión de la cohesión social, Turchin escribe: "Junto con la pauperización del pueblo, la sobreproducción de élites y los conflictos intraestatales que ésta ha engendrado han socavado gradualmente la cohesión cívica, el sentido de cooperación nacional sin el cual se pudren rápidamente por dentro".
El origen de la crisis de ‘sobreproducción de élites’ que se analiza en ‘Final de partida’ puede resumirse en una sentencia de Ibn Jaldún, el pensador árabe-español del siglo XIV al que Turchin recurre con frecuencia: "Los malos tiempos crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean malos tiempos".
El profesor de las universidades de Oxford y Connecticut resalta, no obstante, que puede evitarse el desastre. "Las sociedades complejas necesitan élites (gobernantes, administradores, líderes intelectuales) para funcionar bien. No se trata de deshacerse de ellas; el truco está en obligarlas a actuar en beneficio de todos". La clave está en mejorar el contrato social.
(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Javier Rueda)
