Por
  • Pilar Cernuda

Junts y Podemos enseñan los dientes

La líder de Podemos, Ione Belarra, atiende a los medios durante el pleno del Congreso, reunido excepcionalmente en el Senado, que debate la convalidación de tres decretos del Gobierno con medidas para amortiguar la crisis
La líder de Podemos, Ione Belarra.
Fernando Villar

La venganza es un plato que se sirve frío. Podemos se lo ha servido helado a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, al echar abajo su decreto sobre el subsidio de desempleo.

No se lo esperaba la vicepresidenta segunda del Gobierno, aunque debería haber supuesto que Podemos se la tenía guardado desde hacía tiempo. Díaz le debe su carrera gubernamental a Pablo Iglesias, pero ella respondió vetando a su mujer, Irene Montero, en las listas electorales al Congreso y también para que continuara como ministra de Igualdad. Podemos, que abandonó con sus cinco escaños el grupo parlamentario de Sumar, decisión que dejó temblando a Pedro Sánchez, no ha tardado en pasarle factura y en la primera votación parlamentaria de la legislatura ha dejado claro que Sánchez no puede contar con su apoyo cuando al presidente le dé la gana.

La que tiene motivos para preocuparse es Díaz. Sánchez no oculta su malestar por la forma en que la ministra está llevando Sumar –sobre todo porque no pudiera impedir la salida de Podemos– y el malestar se debe de haber acrecentado con la humillación de que Podemos le haya tumbado un decreto promovido por la vicepresidenta.

A pesar de que consiguiese ‘in extremis’ la convalidación de dos de los tres decretos, el ómnibus y el de las medidas anticrisis, el escenario pinta muy mal para Pedro Sánchez y el sanchismo. Esos tres decretos leyes eran indispensables para sacar adelante su proyecto de gobierno y el presidente comprobó este miércoles que su situación es crítica. Va a sufrir todos los días del año, en todas las votaciones, en todas las circunstancias. Y así no hay quien complete la legislatura. Así no hay quien llegue a mitad de legislatura; no hay presidente de gobierno que aguante un estado de inestabilidad permanente, de ansiedad permanente, de inseguridad permanente.

Pedro Sánchez empieza a sufrir las hieles de empeñarse en gobernar sin ganar las elecciones, y buscar como socios a partidos que, al contrario que él mismo, sí tienen palabra. Y cuando dicen que van a tomar determinada decisión, que no darán sus votos si no se cumplen sus exigencias, resulta que efectivamente no dan esos votos.

Tan grave es la situación del Gobierno, que los socialistas se han visto obligados a pedir ayuda al PP con el argumento de que si no apoyaba el decreto sobre subsidios a los pensionistas recibiría el castigo de los mayores en las urnas. Habrá que verlo, porque también los jubilados saben hacer números, y conocen bien qué medidas son viables y cuáles no tienen recorrido.

Sánchez tiene abiertos todos los frentes: Podemos, Junts, ERC –ahora mismo, en menor grado–, y la propia UE que también vela para que se cumplan determinados compromisos si el Gobierno español pretende recibir los 11.000 millones de euros del siguiente tramo de los fondos europeos. Solo Bildu se mantiene firme en su apoyo. Por la cuenta que le trae.

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