¿Dónde estaba la ministra?

La ministra de Sanidad, Mónica García, a su salida de una sesión plenaria del Senado
La ministra de Sanidad, Mónica García.
Diego Radamés

El 4 de enero pasado, jueves, los medios de comunicación de todo el país alertaban a la población sobre la incidencia que está ocurriendo con un episodio vírico que afecta a las vías respiratorias con diversas modalidades; se llamaba la atención sobre los riesgos de epidemia; se sugería la conveniencia de la vuelta al uso de las mascarillas; se advertía del grave atasco que se estaba produciendo en los servicios de urgencias y se daba cuenta del desbordamiento de los de atención primaria, completamente colapsados por la falta de recursos para atender a las decenas de miles de casos que se presentaban. Una alerta sanitaria en toda regla.

Las diversas autoridades de salud de las comunidades autónomas se dirigen al Ministerio del ramo, regido desde hace pocos días por la nueva ministra y médico para más señas, doña Mónica García, perteneciente a Sumar, en busca de organizar y coordinar las actuaciones pertinentes y tomar las medidas necesarias para tranquilizar a la ciudadanía.

Y la ministra dicharachera y azote para algunos medios de la sanidad madrileña en su época de portavoz de Más Madrid en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, emplaza a las consejerías de sanidad de la comunidades autónomas para el lunes, 8 de enero, como única ocurrencia de ejercer su responsabilidad al frente de los asuntos de la sanidad nacional.

A mí me parece que cuando surgen acontecimientos de esta naturaleza no hay vacaciones, ni festivos ni reyes magos que valgan, y que los servidores del Estado, y los ministros (y ministras) lo son, mal que les pese, deben ponerse de inmediato al servicio de la ciudadanía y a velar por su seguridad, poniendo en marcha todos los mecanismos necesarios coordinados con el resto de responsables. Y no hay excusas: hay que hacerlo sea el día que sea y a la hora que sea. Que una ministra se despache frívolamente "hasta el día 8" para encarar la crisis desdice la contundencia y agresividad que sostuvo criticando erre que erre la situación de la sanidad en Madrid, y recuerda el caso no menos frívolo de aquél almirante al que informaron un viernes el hundimiento de uno de sus barcos y pidió que se le comunicara "el lunes" y se llevaría entonces el disgusto. Tenía un partido de golf ese fin de semana…

Cuando surge un alerta no hay vacaciones, ni festivos que valgan; los servidores del Estado, y los ministros lo son, deben ponerse de inmediato al servicio de la ciudadanía y a velar por su seguridad

No se si doña Mónica García jugará al golf o querrá disfrutar de unos días de asueto aplazando el disgusto que se ha de llevar al haberle explotado en sus primeros días de gestión (¿?) una primera prueba de las carencias de la sanidad en España. Su obligación era haber convocado a su equipo, haberse encerrado todo el tiempo necesario y haberse empezado a enterar de lo que vale un peine.

Los toros desde la barrera son muy fáciles de lidiar, pero la verdadera valía de un diestro se demuestra en el ruedo. Así que ya nos explicará la señora ministra en qué importantes tareas estaba estos días en que ha dejado abandonada la sanidad del país. Que una cosa es predicar y otra dar trigo.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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