Un cristal para mirar

Comienza el año polarizado entre los que lo ven negro, muy negro, y los que lo ven verde esperanza. La explicación no es extraña. Como diría Ramón de Campoamor, «en este mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira». Y es muy cierto, aunque en ocasiones resulte totalmente paradójico. Como el caso del amigo japonés de Borges que, según el escritor argentino, recordaba con entusiasmo su viaje desde Tokio a Irán: «¡Por fin he conocido Occidente!».

Las cosas son, pues, según el cristal con que se miran. Esta es una verdad universal. Así, un célebre proverbio africano dice: «Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador».

Lo importante es estar abiertos a observar los hechos desde otros puntos de vista diferentes al nuestro. Ponerse en la piel del otro puede resultar muy revelador. Como en aquel día en que caminaban por la calle Winston Churchill con su esposa Clementine.

Clementine vio a un barrendero limpiando la acera y se detuvo a hablar largamente con él. Tras la charla, ella regresó con Winston, quien le preguntó: «¿De qué hablabas con ese hombre?». Ella respondió: «Hace muchos años él estaba locamente enamorado de mí». Entonces, Churchill sonrió irónicamente y dijo: «¿Ves, querida?, podrías haber sido la esposa de un barrendero».

«Oh, no, querido», replicó ella, liberando su famoso ingenio: «Si me hubiera casado con él, él habría sido primer ministro».