Fiestas y pobreza infantil

Muchos niños no tienen asegurados ni los alimentos más básicos.
Muchos niños no tienen asegurados ni los alimentos más básicos.
Francisco Jiménez

En este mes Unicef presentó su informe sobre la pobreza infantil en los países llamados desarrollados. La tasa del 28% sitúa a España en el puesto 36 de los 39 países estudiados, y es la más alta dentro de la UE. La pobreza infantil persistente (más de dos años en situación de pobreza) supera el 20% en nuestro país, lo que es el cuarto puesto más alto, mientras que la tasa de privación material y severa en la infancia nos pone en el sexto lugar más alto de la UE. Hablamos de niños y adolescentes que no pueden comer a diario y que no tienen ropa, calzado, calefacción o libros para crecer, educarse y vivir dignamente. Las consecuencias de la pobreza son de por vida; los niños que la sufren tienen menos posibilidades de estudiar, de trabajar debidamente y de llevar una vida normal. Aunque el informe se refiere a los tres últimos años, la pobreza infantil en España es un problema estructural que ningún gobierno ha abordado como sería necesario, políticamente y como un asunto de Estado. Mientras tanto, se impone la creciente e imponente industria navideña y comercial que bombardea a los ciudadanos con publicidad indiscriminada para fomentar los excesos, con iluminaciones estruendosas y turismo de luces desafiando la crisis y los grandes gastos energéticos, la producción de residuos y otros perjuicios para el medioambiente, y con incitación al consumo compulsivo sin cuestionar las enormes contradicciones de este sistema sustentado en dramas humanitarios continuos. Es inadmisible que en este siglo XXI sigamos así, malgastando recursos, sin erradicar la pobreza y perpetuando una sociedad injusta donde crecen las desigualdades irreparables entre las personas. Pero parece más importante que los ciudadanos sean simples consumidores, manipulables y cada día más infantilizados viviendo de espaldas a la realidad. El ejemplo que se transmite a las nuevas generaciones de niños está pleno de hipocresía e incoherencia. ¿No debería abordarse la solución a este problema, junto con la generosidad de los ciudadanos para compartir, con la actuación política y decidida del Estado a través de todos los impuestos que pagamos?

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