El Grupo Zaragozano de Papiroflexia es una de las benditas rarezas que distinguen esta ciudad, internacionalmente además, con sus exposiciones, sus concursos, sus talleres, con los intercambios con plegadores de medio mundo. Va a alcanzar en 2024 80 años de actividad; lo cual es algo excepcional y una oportunidad clara para la celebración, pero la perspectiva del aniversario se va oscureciendo porque su mayor logro, la Escuela Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ), única en Europa, sigue siendo muy discutida, y ni siquiera tiene garantizada ahora la supervivencia en el Centro de Historias donde se instaló en 2013.

Nadie plantea recuperar el proyecto original, más ambicioso y más costoso, de que ocupara los bajos del mercado de San Vicente de Paúl, remozado entonces y que sigue languideciendo con unos pocos puestos de alimentación abiertos y esperando nuevos usos. Pero tampoco asoma al debate público ninguna alternativa a dejar las cosas como están, con un convenio de cesión de un espacio municipal por el que (en ausencia de patrocinadores) no salen las cuentas a los gestores de la EMOZ y esta queda abocada al cierre antes o después, o a tomar ya la decisión de bajar la persiana. 

El Ayuntamiento no termina de desvelar sus intenciones. Aunque se supone que tendrá presente que si finalmente se produce el desalojo también tendrá que gastárselas, en dinero y en ideas, para volver a programar exposiciones en toda la planta superior del Centro de Historias ocupada ahora por la papiroflexia.