Por
  • Fernando Sabés

Palabras

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M. STUDIO

Destitución repentina y sustitución, por la fuerza u otros medios inconstitucionales, de quien ostenta el poder" o "usurpación violenta del gobierno de un país". Son dos definiciones de las tres palabras que más estamos escuchando los últimos meses: ‘golpe de Estado’. 

Ambas de la Real Academia Española, la primera sobre lenguaje jurídico y la segunda del diccionario panhispánico de dudas.

He revisado también qué significa, sobre el papel, algo que en España conocemos muy bien, porque lo sufrimos durante casi cuatro décadas y, pese a lo vivido, todavía hay quien lo añora. Hablo del término ‘dictadura’: "Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales". Todo aclarado.

Y ahora, vamos por partes: por un lado me pregunto si vivimos una destitución por la fuerza de quien ostenta el poder. De entrada, en nuestro sistema democrático, el poder lo ostenta quien obtiene los apoyos suficientes. Y esa fuerza, la violencia que hemos visto y vivido estas semanas, ha sido alentada de manera indirecta en unos casos y en otros de forma bien abierta, por quienes no consiguieron esos apoyos para alcanzar el poder. ¿Quién intenta destituir a quien ostenta el poder?

Las acusaciones de ‘golpe de Estado’ y ‘dictadura’ que se lanzan contra el Gobierno carecen de sentido. El PSOE sigue impulsando legítimamente el progreso social

Por otro lado, ¿nuestro gobierno utiliza la fuerza o la violencia para concentrar todo el poder en una persona? Sólo puede creer que esto es cierto quien intenta extender la idea, porque nada más lejos de la realidad. Tenemos un gobierno democrático, aunque haya a quien esto le pese, liderado por el PSOE, del que forma parte también Sumar, y que fue apoyado por otras formaciones políticas en la sesión de investidura. Esa figura del líder supremo, en nuestro país y por suerte, desapareció con la firma de la Constitución, en 1978. Hace 45 años. Dejemos el pasado en el pasado, afrontemos el presente que suficientes complicaciones tiene ya, y diseñemos un futuro de derechos y en libertad para los más jóvenes. Porque si de algo puede presumir el PSOE a lo largo de sus 144 años de historia, y ahora también como parte de un gobierno de coalición progresista, es de haber conseguido avances para nuestro país y para quienes vivimos en él que no se han dado cuando otros partidos han llegado al gobierno. La sanidad pública, la ley de dependencia, la de matrimonio homosexual, la de muerte digna, una subida de pensiones para que nuestros mayores no pierdan poder adquisitivo, una subida del salario mínimo interprofesional para que quienes menos cobran puedan llegar a fin de mes, un impuesto a las grandes fortunas en pro de la justicia social… podría seguir, pero como dijo Baltasar Gracián: a buen entendedor pocas palabras bastan.

Y es que el PSOE de hoy no es el que era hace 20 años, tampoco el de la Transición ni el que fundó Pablo Iglesias Posse. Como nuestra sociedad, formamos un partido en constante transformación, un partido con principios y que nunca ha perdido de vista sus objetivos: las personas, mejorar su día a día, y hacer posible que nuestro territorio siga creciendo.

Pero este PSOE también es consciente de los cambios que hemos vivido como país en estas últimas décadas, y no solo tenemos el deber de adaptarnos a ellos, también de seguir impulsándolos. Y para ello, hacemos uso del diálogo y el consenso, de la negociación y los acuerdos, sin que la fuerza y la violencia sean nunca un recurso. Ninguna de las dos están en nuestro camino.

Desde aquí pido a quienes usan palabras como arma arrojadiza, sin pensar en las consecuencias que podría tener, que dejen de utilizarlas. Hago un llamamiento a la reflexión y a la necesidad de recuperar el sosiego y la calma. Los ciudadanos no merecen tanto grito, descalificación y mentira. Abandonen ese empeño y súmense a quienes solo queremos seguir avanzando como una sociedad abierta y plural, con nuevos derechos y libertades para nuestro país, que es de todos, y para los españoles. 

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