Por
  • Javier Sebastián

Nacer dos veces

Encendido de las luces de Navidad en Zaragoza 2023
Encendido de las luces de Navidad en Zaragoza 2023
Oliver Duch

Las libélulas de Brasil vuelven cada otoño al lago donde nacieron para posarse por última vez antes de morir. Lo leí en ‘Una vida de tres perros’, de Abigail Thomas, libro que recomendó este verano Patricia Esteban Erlés. 

Son unas memorias en las que la autora cuenta su vida a partir del día en que atropellan a su marido y se queda medio ido del mundo y diciendo frases sin sentido. ¿Por qué harán eso las libélulas? ¿Acaso barruntan la posibilidad de nacer otra vez? Es bien sabido que también los salmones regresan al sitio donde nacieron, la de kilómetros que recorren. Y nunca se pierden. Debe de haber más seres vivos que lo hacen. Las plantas no, que son muy listas, así se ahorran tener que volver. Los olivos, por ejemplo, pueden llegar a pasar dos mil años sin moverse de su sitio, ya son ganas. En cambio, a los seres humanos nos gusta volver al lugar donde nacimos, como a las libélulas de Brasil. Es como si eso nos ayudara a imaginar que podríamos nacer de nuevo. Si ya pasó una vez, ¿por qué no dos, si al fin y al cabo estamos en el mismo lugar donde ese acontecimiento ocurrió? ¿Qué le cuesta a la Naturaleza otorgarnos una dicha semejante? ¿Acaso no nos pasamos la vida recordando esa época? Es lo que pasa en Navidad, que queremos volver al lugar donde nacimos. Desesperadamente.

Faltan menos de dos semanas y Zaragoza ya ha empezado a parecerse a un cuento de Dickens. Creo, porque estoy lejos. Así la imagino hasta que vuelva.

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