Autovías que no llegan
La aspiración de Aragón de conectar por vía rápida Huesca con Pamplona y Lérida va a tardar más de tres décadas en hacerse realidad. La conversión en autovía de los casi 300 km que separan las tres capitales no estará concluida, al menos, hasta el año 2030 a tenor de los continuos retrasos que acumulan los tres tramos que hay en construcción y teniendo en cuenta que quedan otros tres más aún sin obras. Si habrá que esperar al menos siete años para ver acabadas las tres autovías del Pirineo, aún más tardarán las comprometidas en las provincias de Zaragoza y Teruel. De hecho, no hay ni siquiera una fecha para culminar el desdoblamiento de la carretera de Castellón, la única de las cuatro en la que hay obras. Mientras el Gobierno central se muestra muy dadivoso con las autonomías de los partidos que le han prestado sus votos para la investidura, Aragón ve cómo sus infraestructuras siguen acumulando retrasos.
En el año 1999 se puso la primera piedra del desdoblamiento de la carretera entre Huesca y Nueno. Estaba incluida en la autovía Mudéjar (A-23) y fue el tramo inaugural de este eje socioeconómico tan relevante para impulsar el sector de la nieve y el desarrollo global del Alto Aragón. Desde entonces se han puesto en servicio casi 50 km de la A-23 hasta Jaca, pero todavía faltan otros 24. Este es uno de los casos paradigmáticos de la poca atención que han puesto los sucesivos gobiernos en construir una autovía fundamental para la Comunidad. El futuro no es más optimista. El precio que va a pagar Pedro Sánchez por seguir en la Moncloa supondrá, además de un enorme daño al Estado de derecho, un cuantioso agravio económico. Cataluña y el País Vasco, cuyas formaciones separatistas de izquierda y derecha han arrancado al PSOE draconianos acuerdos, serán mucho mejor tratadas en los presupuestos del Estado que otras regiones como Aragón.
