Un manifiesto ante la amnistía

Vista del hemiciclo del Congreso durante un pleno.
Vista del hemiciclo del Congreso durante un pleno.
Efe

Existe una asociación que agrupa de forma voluntaria a quienes han sido durante una o varias legislaturas diputados o senadores de las Cortes Generales. 

Se trata de un foro de encuentro de quienes han dedicado una parte de su vida a la actividad política parlamentaria, y entre sus miembros, varios centenares, hay expresidentes de las cámaras, muchos exministros y altos cargos del Estado, además de un gran número de diputados y senadores pertenecientes a todos los partidos del espectro, si bien, superada la dedicación activa a la vida política, aparcan la contienda que implica la actividad partidista en aras de la puesta en común y el respeto, el fomento y la defensa de los valores esenciales de la democracia y la Constitución.

Es agradable encontrarte en las asambleas con antiguos conocidos, contrincantes o no en las lides y creencias políticas, y acercarte a todos con la mente despejada, abierta, ennoblecida y tolerante por la madurez que da el paso de los tiempos, tendiendo la mano porque todos somos sabedores de que participamos de un irreductible amor a España y a nuestro sistema constitucional. Al menos así lo declaramos al explicar cuál es el espíritu de nuestra asociación.

Un grupo de más de 150 miembros de esta asociación hemos acordado redactar y suscribir un manifiesto ante la situación de incertidumbre que produce la dudosa ley de amnistía y las consecuencias de los acuerdos firmados por el presidente Sánchez y algunos grupos políticos para conseguir los votos necesarios para ser investido de nuevo presidente del gobierno.

No es un manifiesto contra la amnistía, es un manifiesto ante la amnistía. El manifiesto no es belicista ni va contra nadie; es una reflexión y una exhortación que parte de la experiencia acumulada por decenas de personas que han tenido algunas responsabilidades en la gobernación del país y que viendo con preocupación el rumbo de los acontecimientos invitan a una firme y serena defensa de la Constitución, del Estado de derecho, de la igualdad de los españoles ante la ley, de la división de poderes, de la independencia judicial, de la solidaridad entre los españoles y las comunidades autónomas y la dignidad de las Cortes Generales que hoy se encuentran en riesgo.

Por todos esos principios y su mantenimiento en el orden constitucional español hemos luchado quienes hemos dedicado parte de nuestras vidas a la noble tarea de la acción política, y nos creemos legitimados para hacer un llamamiento a la concordia, a la tolerancia y al consenso en los grandes asuntos de la nación.

No nos mueve ningún sectarismo, no buscamos oportunidades personales, no actuamos al dictado de ningún partido: simplemente expresamos nuestra preocupación, como entendemos la tienen también muchos millones de españoles y recordamos cómo ese tan denostado espíritu de la Transición nos ha permitido convivir y crecer como nunca antes había ocurrido en nuestra historia, aunque reconozcamos que todo es perfectible. Hagámoslo, mejoremos lo mejorable, pero tratemos de salvaguardar la delicada y frágil estructura de nuestro edificio democrático. Busquemos el acuerdo y el entendimiento; si no lo hacemos no tendremos el perdón de las generaciones que nos siguen.

José Luis de Arce fue diputado de la UCD en la primera legislatura constitucional

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