Lluvia de odio

Escrache en las sedes del PP y Ciudadanos en Barcelona
Escrache en las sedes del PP y Ciudadanos en Barcelona
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Estos años he venido opinando que en la sociedad española el enconamiento se circunscribía a las castigadas ciudadanías vasca, navarra y catalana, a la clase política, a los medios de comunicación, sobre todo, los de ámbito nacional, y a ciertas redes sociales manipuladas por profesionales.

Conforme a lo anterior, las banderas de España colgadas en ventanas y balcones no me parecieron sectarias, sino un gesto a favor de la cuestionada convivencia constitucional. Un gesto tan integrador e ideológicamente transversal como lo fue, por ejemplo, asomarse a la vía pública a las ocho de la tarde para aplaudir al personal sanitario, apoyándolo moralmente y agradeciéndole que se enfrentara a la pandemia con medios insuficientes y cuando todavía no había vacunas. Pues bien, desde hace unas semanas temo que se esté extendiendo en España un odio a pie de calle semejante al enraizado en el País Vasco, Navarra y Cataluña, por no hablar del que cunde en otros países. El detonante habría sido la amnistía felona impuesta por el PSOE de Pedro Sánchez, que está generando una oportuna respuesta cívica, pero también una reacción ofensiva y violenta que, como en su día pasó con los escraches, no está siendo condenada unánimemente e incluso recibe guiños cómplices.

En todo caso, más que los aguaceros episódicos, me preocupa el ambiente tormentoso que los genera y que la fractura social cale en toda la población. Por eso, creo que, opinemos lo que opinemos, hemos de seguir tratándonos con afecto y confianza. Solo así nos resguardaremos de la fina lluvia de odio que está cayendo.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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