Descrédito del héroe
Descrédito del héroe’ tituló Caballero Bonald uno de sus grandes libros de poemas. Pedro Sánchez fue un héroe. Se enfrentó a los barones que lo habían defenestrado, entre ellos a la todopoderosa por entonces Susana Díaz, a la que le ganaría después las primarias, se recorrió España entera en su Peugeot y con su audacia y el apoyo de la militancia recuperó el poder.
El poder para él fue siempre lo esencial. Cualquiera vio entonces en PS una ambición desmedida, una determinación y fe en sí mismo indesmayables. Había que ocupar el poder y estaba dispuesto a todo para conseguirlo. Tanta seguridad en sus cualidades abrumaba un poco, la verdad, (siempre nos dan algo de miedo los muy ambiciosos y seguros de sí mismos, porque la gente común estamos todo el día preguntándonos si hacemos bien las cosas y dudando de todo a todas horas), pero en el fondo caía simpático porque había tenido el coraje de no dejarse amedrentar por quienes mandaban en el partido, y siempre tiene buena prensa la gente que planta cara a los matones. Pero una vez que alcanzó el poder, PS descubrió que siendo un poco matón se puede llegar a pasar un buen rato, así que sacrificó a sus más leales colaboradores (Lastra, Calvo, Ábalos), acabó con la oposición interna de su partido y decidió que nadie le apartaría del mandarinato.
A lo mejor lo querían pocos, pero sí tenía muchos que lo admiraban (por su olfato, arrojo y valentía innegables) y lo temían. Esa búsqueda del poder por encima de todo y de todos terminó desacreditándolo. Y llegó el ‘descrédito del héroe’.
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