Por
  • Felipe Zazurca

A propósito de Bobbio

A propósito de Bobbio
A propósito de Bobbio
Pixabay

Hace ya unas cuantas semanas, en entrevista concedida al diario ‘El Mundo’, José María Barreda, que en su día ocupó sillón de presidente autonómico en Castilla-La Mancha, recordaba una frase del jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio: "No se puede ser demócrata sin ser moderado". Sin duda se trata de un lema que deberían aprender unos cuantos, entre ellos más de uno de los correligionarios de quien la traía a colación.

No pretendo bañar mi escrito con ningún tipo de tinte político. El propio Bobbio era socialista, pero entiendo que su frase va más allá de tradicionales encasillamientos, porque incluye un contenido que remarca una prudencia y ponderación aplicable a todos. La vigente Constitución consagra el pluralismo político como uno de los cuatro pilares sobre los que se edifica nuestro ordenamiento jurídico, algo que no excepcionalmente rechina al descubrir en noticiarios y redes decisiones impuestas, atentados a la pluralidad, la discrepancia y hasta las diferentes manifestaciones de nuestra configuración institucional. En los tiempos que corren no estaría de más meditar la frase referida e incluso convertirla en santo y seña.

Por encima de otras consideraciones, tal vez susceptibles de interpretaciones equívocas, la aseveración del politólogo italiano, que nació y murió en Turín, inspira a convertirla en planteamiento vital, modo de actuar, orientación de ideas y pensamientos. Con los años, no se si por la experiencia, las propias vivencias, la reducción de expectativas de futuro… uno tiende a moderar creencias, impulsos y hasta pasiones.

El jurista y filósofo italiano Norberto Bobbio afirmó que "No se puede ser demócrata sin ser moderado". Sin duda se trata de un lema que hoy deberían aprender unos cuantos

Nos viene bien aprender a escuchar, a asumir posiciones distintas, incluso aprender de ellas. No es tanto carecer de convicciones como no pretender imponer las propias, comprender las del prójimo y asumir que a lo mejor no existen tantos dogmas como nos aseguraron.

Conforme avanzaban las canas, ha surgido la puesta en la picota de todo fanatismo, fijaciones y endogamias. Cuaja en el interior el rechazo a cualquier imposición: de opiniones, lenguas, formas de vivir, enfoques de cualquier naturaleza… Ser moderado supone atenuar impulsos, estudiar la otra cara de la moneda, ponerse en lugar del otro… La moderación nos conduce a ampliar horizontes, encontrar nuevas respuestas, comprender que hay vida más allá de la tribu.

No sabría hacer un diagnóstico fiable de lo que nos ocurre. Durante la pandemia que nos asoló durante tiempo hubo quien se empeñó en decir que saldríamos más unidos: salta a la vista que no ha sido así. En esta sociedad bañada de confrontación, asolada por el individualismo, en la que muchos ni aceptan ni asumen el color y la pluralidad que ofrecen los que vienen de fuera, donde los nacionalismos sólo han producido cerrazón y enfrentamiento, o buscamos los puntos de encuentro precisos o traspasaremos barreras que nunca imaginamos. 

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