Una legislatura muy compleja
Pedro Sánchez ha logrado sacar adelante su investidura como presidente del Gobierno tras aceptar la amnistía al ‘procés’, que hasta las elecciones de julio consideraba que era inconstitucional, y después de asumir las demás exigencias de independentistas y nacionalistas.
Arranca, pues, una legislatura muy compleja, con un presidente cautivo de sus socios y sin ningún puente entre los dos grandes partidos, PSOE y PP. Sea como fuere, hay que exigirle que gobierne para todos los españoles. Sus hipotecas con quienes han hecho posible su investidura no pueden lastrar al país ni socavar los rasgos más sobresalientes del régimen democrático instaurado por la Constitución: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político" (artículo 1). A él le compete la responsabilidad de no dañar los intereses ni los derechos de unos territorios para satisfacer a otros.
El precio que ha pagado Sánchez para seguir siendo presidente no es menor. Además de la despenalización completa de los delitos relacionados con el ‘procés’, el PSOE ha acordado con ERC condonar la deuda catalana; al PNV le ha cedido la gestión en Euskadi del régimen económico de la Seguridad Social en un plazo máximo de dos años. Estos peajes, sobre todo el haber asumido la agenda independentista, auguran un mandato muy incierto para el país. El presidente debe dejar atrás su estrategia polarizadora y centrarse en gobernar para todos los ciudadanos con el objetivo de construir un país con más igualdad entre los españoles. Además, debe trabajar, junto al PP, para desterrar actitudes intolerables de grupos extremistas, como la agresión sufrida ayer por el diputado turolense Herminio Sancho.
