Cerdán, el sosias de Sánchez

Cerdán, el sosias de Sánchez
Cerdán, el sosias de Sánchez
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Elizabeth Loftus enseñó cómo crear recuerdos falsos en la gente. Santos Cerdán recordó el jueves que la situación creada en Cataluña por los separatistas estaba sin resolver desde 2017. Ignora que el caso (una minoría separatista catalana eternamente quejosa) sucede desde 1462, con recidivas.

La desastrosa guerra civil catalana de 1462, en la que parte del Principado se enfrentó a Juan II de Aragón (padre de Fernando el Católico) le costó a la Corona de Aragón quedar semiarruinada. Los rebeldes proclamaron reyes (de Aragón: el de Cataluña nunca ha existido) a tres personajes extraños a la Corona: Enrique IV de Castilla, el condestable Pedro de Portugal y el francés Renato de Anjou. Este, en 1466, acuñó moneda como Renato, rey de Aragón, único título que habilitaba para ser soberano de los catalanes, pues solo el rey de Aragón podía ser conde de Barcelona, título que acabó subsumiendo la totalidad de los condados catalanes, aunque ni aprisa, ni desde el comienzo. La guerra debilitó a todos los contendientes y obligó a pignorar el Rosellón y la Cerdaña (la ‘Catalunya Nord’), rescatadas luego a peso de oro.

En la ruinosa guerra de 1640, los rebeldes apelaron al rey de Francia, Luis XIII, lo que pronto les pesó. El Rosellón y la Cerdaña se perdieron para siempre, a manos de Francia, al concluir la guerra en 1659. Como en la guerra anterior, los rebeldes corrieron presurosos en ayuda del rey, una vez restaurada su soberanía.

La guerra de Sucesión, que concluyó para Barcelona en 1714, fue otra guerra civil catalana, con la opinión dividida entre un Habsburgo y un Borbón a quien, inicialmente, las instituciones catalanas habían jurado lealtad. El Habsburgo se titulaba Carlos III de España (no de Cataluña). Proclamado que fue emperador, se aposentó en Viena y dejó a sus fieles compuestos y sin candidato. El vencedor, a quien hoy se conoce como Felipe V, abrió el borbónico siglo XVIII, de gran brillo y prosperidad para Cataluña.

En 1931, 1932 y 1934, las veleidades del independentismo, encarnadas en personajes como Macià y Companys, desgarraron de nuevo a Cataluña y a España y fueron un catalizador de desastres. La ‘desmemoria histórica’ se resiste a revivir, en las mentes y en las pantallas (y, menos aún, en las aulas) las palabras que sobre el caso dejaron dichas Juan Negrín, Manuel Azaña o Indalecio Prieto, que sabían de lo que hablaban, al contrario que Santos Cerdá y su arráez. Cerdán cree lo que le mandan. Companys decía tener solución definitiva al problema de Cataluña, lo creyese o no.

La respuesta que le dirigió José Ortega en agosto de 1932 ciñó bien y claramente la naturaleza del problema y cuál era la vía para soportarlo. Ni entonces fue atendido por los separatistas, ni lleva camino de serlo hoy. Desde hace 561 años viene siendo así y ahora, para colmo, tienen la ayuda, interesada e insensata, del Gobierno de España, cuyo partido hegemónico se ha puesto en manos de las minorías parlamentarias enemigas de la unidad del estado nacional español.

Los pactos del PSOE con todos los partidos detractores de la unidad de España (aún queda uno pendiente) son una vergüenza que no admite maquillaje

Como entremés de esta tragicomedia, Quim (Joaquim) Torra, acaso el integrista más leído y escribido en la ‘petite histoire’ del independentismo catalán, ha acogido en su escaparate digital el férvido texto de un fragatino pancatalanista para probar que aún está pendiente la reivindicación de lo que relajadamente llaman algunos (aragoneses, también) ‘la Franja’. Pues resulta que Fraga siempre fue catalana.

Juzgue el lector. "Señor (al rey), ya que la villa de Fraga y sus aldeas y términos están poblados a fuero de Aragón y desde antiguo usan la moneda de Aragón y todos sus hombres se han beneficiado de los privilegios y libertades, usos y costumbres del reino y les afectan las ordenaciones y actos de las Cortes del reino de Aragón; y han hecho y hacen un cuerpo, parte y contribución de todo al general del reino, en tiempo de guerra y de paz; e incluso se acogen al juicio del Justicia de Aragón, según fuero, en todos los hechos civiles y criminales, y de ejecución de otros comisarios e oficiales del reino de Aragón, en personas y bienes; (...) y han contribuido en la guerra de Castilla (...)", siendo, además, el punto aragonés de entrada para las mercaderías catalanas, reclaman ser convocados por el rey a Cortes de Aragón "ensemble con los otros del dito regno". (La lengua de este texto, que no es la catalana, está remozada para su cabal comprensión). Esto es lo que decían los fragatinos según actas tomadas en las Cortes de Aragón, habidas en Zaragoza en 1381.

Tendría que decir Loftus si la historia de Torra sobre Fraga es como la de Cerdán sobre ‘el problema de Cataluña’: un recuerdo a medida. Cerdán es la versión rudimentaria del adonis Sánchez. El doctor Jekyll y míster Hyde en versión ibérica. Dicen haber comprado en Bruselas el bálsamo de Fierabrás y la triaca magna, pero se traen el crecepelo ful del Doctor Waterpuig. Plantar cara a Sánchez es un deber: frustra a los separatistas y a los hijos de ETA.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Guillermo Fatás)

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