Jorge Azcón se hizo acompañar ayer de todos sus consejeros, y no solo del de Hacienda, Roberto Bermúdez de Castro, a la hora de presentar en el Pignatelli el proyecto de sus primeros Presupuestos. El hecho indica tal vez confianza, e incluso un cierto entusiasmo. 

En fin, que parece que el presidente de Aragón debe de estar contento porque entiende que presenta unos Presupuestos muy presentables. Lo iremos viendo, porque las cuentas son a veces difíciles de desentrañar hasta que no toman cuerpo en el funcionamiento diario de la maquinaria de la Administración, que es lo que el ciudadano disfruta o padece, o las dos cosas.

Quizás, dado que hay quien suele atribuir a la derecha aviesas intenciones, el presidente aragonés haya puesto buen cuidado en que nadie pueda acusarlo de hacer recortes ni dar tijeretazos. Así, el gasto asignado a las consejerías de Sanidad y Educación, los servicios públicos más importantes y sensibles, crece claramente por encima de la media. Pero insisto, habrá que esperar a ver cómo se traduce ese incremento en la realidad. En cierto modo, Azcón ha tenido suerte, al menos en comparación con lo que le ocurrió a Luisa Fernanda Rudi, la anterior presidenta del PP en el Gobierno aragonés. Rudi se encontró unas circunstancias financieras dramáticas, que obligaban a usar el hacha más que las tijeras. Ahora, la situación es más favorable, con fondos europeos que todavía están llegando, aunque menos que el año anterior. Pero a la economía española no le faltan ni desequilibrios ni peligros. Y nosotros vamos en ese barco.

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