La atención a la salud mental es una de las grandes carencias que presenta en Aragón, y posiblemente en toda España, el sistema sanitario público. 

El aspecto positivo es que la sociedad está tomando conciencia de la importancia de esta faceta y que se van dejando de lado los prejuicios y los estigmas que impedían pedir ayuda. Y, por su parte, la administración sanitaria reconoce esta laguna, de manera que los responsables saben que han de ponerse a la tarea, proporcionar medios, contratar a profesionales y ofrecer a los ciudadanos el servicio que requiere tan importante aspecto de la sanidad.

La demanda de asistencia por afecciones relacionadas con la salud mental ha aumentado sustancialmente en los últimos años, de manera especial para niños y adolescentes. Es posible que la causa sea, como creen algunos especialistas, el trauma del confinamiento durante la pandemia, así como los cambios en las relaciones personales inducidos por las nuevas tecnologías. Pero quizás haya también una mayor conciencia de la necesidad de acudir al especialista ante determinados problemas que antes se prefería asumir en familia sin solicitar ayuda. En todo caso, los correspondientes servicios de la sanidad pública no cuentan en estos momentos con el número de profesionales suficiente para atender estas necesidades, como demuestran las largas esperas que se producen ante la demanda asistencial. La proporción de psicólogos y de psiquiatras en Aragón es muy inferior a la media europea, y esto crea una situación de desatención que es preciso corregir. Captar a los profesionales necesarios para prestar una correcta atención a la salud mental debe ser en estos momentos una de las prioridades del Salud. Esta faceta de la salud y del bienestar, quizás considerada tradicionalmente como secundaria, tiene cada vez más relevancia y así lo reconoce la sociedad. Esta es una limitación de sus servicios públicos que Aragón tiene que superar.