Animales y sus compañías

Animales y sus compañías
Animales y sus compañías
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Me asiento en la tolerancia cuando he de tratar con las mascotas, convertidas en la élite, en la punta de la pirámide de nuestro moderno y extraño entramado social. 

Condición reforzada por la nueva Ley de Bienestar Animal, que propone al animal acompañante atención más profunda que el respeto a la maltratada vida humana. Paradoja consolidada en la forja de nuestra desordenada convivencia.

Comparto, sobre todo con los perros, una relación de cierta indiferencia porque ni ellos me prestan atención ni yo merodeo más cerca de lo que considero una distancia prudencial. Es verdad que, al margen de mis extravagancias, descubro con facilidad las diferencias entre las compañías humanas de las mascotas de compañía. Porque en muchas ocasiones, un perro garantiza la adhesión y fidelidad que, avanzada la vida, han perdido miles de personas, acorraladas por la soledad.

Otras, se convierten en figura imprescindible de un entorno familiar; o, cada vez más, la alternativa cómoda de la vida en soledad o en pareja a la apasionante tarea de educar criaturas, garantía entre otras cosas de futuro económico y de la especie, cada vez más severamente amenazada.

Y entre ese abanico, claro, existen animales y sobre todo personas más o menos bien educados. Estoy convencido de que son mucho más numerosas quienes atienden a la recogida de los desechos de sus mascotas; pero que han de pagar el pecado de una segura minoría. Que siembra de excrementos las vías de quienes nada queremos ver con ellos, pero a los que nos hacen partícipes de sus deposiciones.

El descuido de un zapatazo te lleva a compartir sensaciones repelentes, te envuelve de percepciones y aromas poco nobles y te impulsa a aliviarte con rapidez con una limpieza casi general. Porque afrontar ese aseo por entre los surcos del calzado exige tiempo, diligencia y un desprecio profundo por los escrúpulos. Probablemente, ese encuentro puntual no modifique mis sentimientos hacia las mascotas. Aunque es natural que piense en qué estará pensando aquel que le acompaña. Cosas de animales y sus compañías.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

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