Un desatino inasumible

Hace ya mucho tiempo que las relaciones de Pedro Sánchez y del PSOE con los separatistas catalanes chirrían con el sentido común y con el respeto que merecen las instituciones democráticas. Pero en las últimas semanas, la búsqueda a toda costa de aliados para conseguir la investidura y mantenerse en la Moncloa está haciendo que el presidente del Gobierno en funciones entre en un terreno muy peligroso y que para la mayoría de los españoles resulta incomprensible y reprobable.

Las declaraciones que realizó ayer Sánchez ante los periodistas en la sede de la Misión Española ante la ONU, en Nueva York, afirmando, respecto a la intentona secesionista de 2017 en Cataluña, que «una crisis política nunca tuvo que derivar en acción judicial ni judicialización» resultan inasumibles en boca de un presidente del Gobierno español. Y se contradicen además, de manera flagrante, con posiciones sostenidas anteriormente por el propio Sánchez y por su partido. Los condenados por el disparatado ‘procés’ utilizaron las instituciones catalanas para destruir el Estatuto de autonomía e intentar quebrar la Constitución, pasando por encima de la soberanía nacional y de los sentimientos de la mayoría de los catalanes, poniendo en grave peligro la convivencia. Y el poder judicial, como uno de los pilares del Estado de derecho, actuó en consecuencia. Sánchez está adoptando cada vez más elementos del punto de vista que los independentistas quieren imponer, y transmite la impresión de estar dispuesto a ceder lo que haga falta con tal de conseguir los votos que necesita incluso, como él mismo ha dicho, «debajo de las piedras». Tanto Pedro Sánchez como el PSOE debieran ser conscientes de que el camino por el que están avanzando conduce únicamente a una grave erosión del marco constitucional, lo que supone una peligrosa deriva.