Por
  • Ilia Galán

Somos terremotos y huracanes

Vista aérea de Amizmiz, ciudad afectada por el terremoto
Vista aérea de Amizmiz, ciudad afectada por el terremoto
EP

Temblaba todo como tiembla en las películas y retumba en los oídos con pavor. Nadie recordaba algo parecido, ni los más ancianos. Las casas levantadas hace siglos se iban desmoronando, automóviles y personas quedaban aplastados. El paisaje después parecía espectral pero era real. 

Tanto esfuerzo, tantos años de construcción y unos minutos, segundos de destrucción bastaban para hacer añicos los sueños de varias generaciones. El terremoto ha dejado cerca de tres mil muertos en Marruecos, devastador ciclón ha asolado Libia provocando unos diez mil desaparecidos; muchos lugares inundados de modo improvisado, en Santander, en los Balcanes o Grecia, quinientos litros por metro cuadrado caídos en un día sobre algunas zonas como si el cielo se derrumbara. Virus que asoman azotando nuestros afanes de seguridad en un horizonte de futuros muy inciertos, guerras mundiales que parecen estar a las puertas de cada casa, hecatombe atómica, incendios monstruosos debidos al calor pero también a la acción humana, o inhumana. Algunos piensan que estamos cerca del fin de los tiempos y los cuatro jinetes del Apocalipsis amenazan fieros un mundo que firme imagináramos.

Las tragedias, provocadas por el hombre o por la naturaleza, se suceden, pero
tenemos que seguir viviendo y procurando cumplir con nuestra obligación

En España, después de siglos, parece que entre unas fuerzas políticas y otras todo podría desmoronarse, aunque vivamos más o menos, todavía, de un modo apacible y la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, declare públicamente que partidos como ERC, Bildu o PNV "están unidos" al partido socialista en su "amor por España". Absurdo fabuloso, pues los partidos independentistas quieren partirla y que desaparezca. Pero hace tiempo que el panorama político hispánico más parece un cuadro surrealista que algo verosímil, con propuestas cada vez más disparatadas, leyes que deforman de modo ridículo la vida de nuestra sociedad y, mientras, cada vez más empobrecidos todos, sometidos a las grandes fortunas internacionales que siguen inflándose a costa de las familias sencillas, arruinando las pequeñas empresas.

Sin embargo, necesitamos vivir con esperanza, con ilusiones, pues tal vez algo cambie o podamos hacerlo cambiar; si no ahora, más adelante. Sin un futuro positivo el hombre es un animal que se abandona en el hastío. Hay parte de esas tragedias que son causadas por la humanidad, otras parecen originadas por fuerzas naturales ajenas a nuestra voluntad, pero si el clima cambia más que en otras épocas debido a la contaminación y si la tierra tiembla, podemos cambiar el modelo energético y construir para defendernos de los temblores como en Japón hacen ya desde hace mucho tiempo. La muerte siempre acecha desde que nacemos y por eso conviene estar a bien con uno mismo, es decir, con Dios, con la conciencia limpia, y tranquilos, haciendo lo mejor que podamos nuestro cometido en este gran teatro del mundo. Vivimos algunos cada día como si fuese el último, intentando hacer lo correcto en cada momento, incluso dibujando alegres una sonrisa para entregársela al prójimo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión