Enrique Bunbury, otra vez de vuelta

Tras alguna espantada previa antes o durante un concierto, que se atribuyeron tanto a los problemas vocales como al miedo escénico, Enrique Bunbury comunicó por primera vez su retirada de los escenarios en agosto de 2005; era entonces de carácter «indefinido» y, según dijo, debida al agotamiento. Reapareció 15 meses después con una actuación el 30 de noviembre de 2006 en compañía de Nacho Vegas y nada menos que en el Liceo barcelonés. Luego vendrían la gira de reunificación temporal de Héroes del Silencio y las de presentación de unos cuantos discos más en solitario.

La segunda retirada, esta ya anunciada como definitiva, no va a durar mucho más: 22 meses. El zaragozano se dispone a desmentirse nuevamente con cinco conciertos en diciembre en Latinoamérica, comenzando en la ciudad de Buenos Aires el día 5, y otra tanda de seis ya el próximo año a ambos lados del Atlántico, uno de ellos en su ciudad el 6 de julio.

Este último abandono de la interpretación en vivo fue tan ‘gordo’ y abrupto –a mitad de gira, dejando colgados a su banda y su mánager de siempre–, y tan detallado en la justificación –la garganta quebrada irremediablemente por el humo de los escenarios producido con glycol– que hasta algunos de los ‘bunburólogos’ más agudos lo dieron por cierto y corrieron a expresar sus lamentos. Pero ahí está el cantante otra vez de promoción, vendiendo miles de entradas, a muy buen ritmo para el último bolo de los anunciados, que es el del estadio de la Romareda.

Bunbury, con sus sobresalientes directos y con las gemas que ha compuesto dispersas en su discografía, también con sus poses y su afectación, o con sus desplantes, es uno de los rescoldos de un mundo, el del rock, que se apaga tras haber sido fundamental en la formación sentimental de unas cuantas generaciones, desde los años 50 y en medio mundo. Un artista y un ‘entertainer’ totales que siempre darán que hablar. Habrá otras retiradas y, también, más sonados regresos.