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  • Editorial

Solidaridad con las víctimas

GRAF7989. MARRAKECH (MARRUECOS), 10/09/2023.- Miembros españoles de Bomberos Unidos sin Fronteras inspeccionan las ruinas de un edificio en la localidad de Mulay Ibrahim, a 55 kilómetros al sur de Marrakech y cerca del epicentro del terremoto ocurrido el pasado viernes que afectó a varias provincias del sur del país, y que por el momento ha dejado un balance más de 2.000 personas fallecidas y más de 2.000 heridas. Un equipo de rescate de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del ejército, compuesto por 56 militares y 4 perros, ha llegado este domingo a Marrakech para trabajar en una zona situada a 25 kilómetros del epicentro del terremoto, y está previsto el envío de otros efectivos de Madrid, Málaga y Cataluña. EFE/Maria Traspaderne
Bomberos españoles inspeccionan las ruinas de un edificio en la localidad de Mulay Ibrahim. EFE/Maria Traspaderne
Maria Traspaderne

Los especialistas de los equipos de rescate de Marruecos y los llegados de otros países, además de los voluntarios, trabajan a toda prisa para buscar supervivientes entre los escombros de los edificios derrumbados por el terremoto más mortífero en seis décadas que ha sufrido el país norteafricano. Las próximas 24 horas van a ser críticas para poder salvar vidas. En este momento es imprescindible la ayuda internacional, que Rabat ha solicitado, para socorrer a los damnificados. España ya ha enviado desde Zaragoza un equipo de la Unidad Militar de Emergencia (UME), al que se están sumando grupos de bomberos de distintas ciudades. Todos los esfuerzos van a ser necesarios porque las tareas de desescombro y de salvamento de personas aún sepultadas bajo los restos de sus domicilios se desarrollan ya en una angustiosa carrera contra reloj.

No puede decirse que nada de lo ocurrido durante la medianoche del viernes al sábado haya sido una auténtica sorpresa. La región golpeada por el terremoto de 7,2 al suroeste de Marrakech descansa sobre una falla conocida, en una cordillera, la del Atlas, que se levanta precisamente como fruto del empuje entre las placas tectónicas euroasiática y la africana. Los expertos explican que el riesgo de seísmos en esta zona se ha minimizado por la falta de registros exhaustivos y recientes. Esta ausencia de datos sobre temblores explicaría que ni las construcciones ni las autoridades hayan estado bien preparadas para una sacudida de estas dimensiones. Sí cabe, pues, extraer una lección de esta tragedia: es preciso mejorar la calidad de la construcción de los edificios. No obstante, hasta que llegue el momento de extraer conclusiones con calma, ahora lo urgente es reclamar la máxima solidaridad y cuantos recursos sea posible para el auxilio a las víctimas y la reconstrucción de las viviendas de los damnificados lo antes posible.

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