¿Quién tiene la razón?
Pretender tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad. De hecho, es una de las causas que más ha enfrentado a las personas, las naciones y las religiones. Hoy mismo, Putin está masacrando a todo un país solo por querer tener razón.
En realidad, las páginas de los periódicos dan fe cada día de una caterva de personajes, entre narcisistas y majaderos, que hacen auténticas barbaridades o cometen errores garrafales sólo por intentar tener razón. Más allá del inquilino del Kremlin, ahí tenemos por ejemplo a Rubiales o a Trump.
En las discusiones políticas es donde mejor se distingue a las personas que pierden el juicio por aspirar a tener la razón. De la última hornada de dirigentes, casi todos han caído en desgracia por querer imponer su exclusivo criterio: de Pablo Iglesias a Pablo Casado, de Albert Rivera a Irene Montero, de Macarena Olona a Quim Torra.
¿Y qué pasa con Pedro Sánchez y su patológica obsesión por hablar ‘cargado de razón’? Estos días son legión las figuras de su propio partido que le vienen enmendando la plana: Felipe, Guerra, Ramón Jáuregui, Virgilio Zapatero, Nicolás Redondo, Lambán, Joaquín Almunia…
Atrincherado en la Moncloa y blindado por los que le deben el puesto, el presidente del Gobierno no atiende a razones porque ya tiene la suya. Craso error. Debería tener en cuenta la vieja enseñanza que él mismo ha enunciado en alguno de sus discursos: «Si en la carretera tú piensas que todos van conduciendo en dirección contraria salvo tú, a lo mejor eres tú el que estás equivocado».