Una ciudad atractiva
La coincidencia en el tiempo y en el espacio de dos acontecimientos de notable proyección, el final de etapa de la Vuelta ciclista a España y el comienzo del Festival Vive Latino, confirman a Zaragoza como una de las urbes del sur de Europa llamadas a desempeñar un papel relevante en el siglo XXI.
Desde hace más de dos mil años, la Salduie íbera, que después fue Caesaraugusta romana y esplendorosa Saraqusta musulmana, ha sido enclave de intermediación y de transferencia, de flujo de ideas y dinámicas, de cultura y también de dinero e intereses. Con la sabiduría que proporciona el haber visto pasar una civilización tras otra, en las últimas décadas, coincidiendo con el periodo democrático que trajo la Constitución de 1978, ha sabido sacar partido a sus capacidades económicas, sociales y culturales. No obstante, en pleno ‘siglo de las ciudades’, tiene el reto de conseguir que en torno a sus planes modernizadores se construyan consensos que permitan hacerlos germinar.
En un mundo globalizado, Zaragoza gana prestigio internacional por su peso como enclave imprescindible de la automoción, la agroalimentación o la logística. Pero también se consolida como ciudad de la cultura y el ocio. La Expo de 2008 le proporcionó una imagen de marca de la que sigue disfrutando con exposiciones, festivales o espectáculos deportivos. El nuevo estadio de la Romareda o la ampliación de algunos museos son infraestructuras imprescindibles para mantener los atractivos de Zaragoza en un mundo en el que la competencia por atraer talento, calidad de vida y dinero es cada día mayor. El AVE y la red de autopistas/autovías colocaron a la capital del Ebro en el centro de la España rica. Pero las sociedades modernas obligan a las urbes a explotar constantemente sus ventajas. Y no se trata tanto de tener ideas muy originales, como voluntad política para acometerlas.
