Por
  • Isabel Soria

Norte

Los nombres de dos pueblos aragoneses escritos en la arena de la playa de las Catedrales, en Lugo.
Los nombres de dos pueblos aragoneses escritos en la arena de la playa de las Catedrales, en Lugo.
I. S.

Pocas cosas tan bellas como el norte. 

Y más para los aragoneses que habitamos en la depresión del Ebro, que somos secano puro y tenemos la mirada pintada de ocre. Siempre digo que cuando ves tanto verde junto dan ganas de ponerte a pastar. Mientras sopeso los pros y los contras de esta opción vegana, de repente en el asiento de detrás se escucha: ¡Hala! ¿Todo eso es? ¿El qué hija? Pues qué va a ser, el mar. Pues, sí, todo eso es y mucho que no ves. ¡Jopetas! Pero si ya lo habías visto. Ya, pero me impresiona. Y claro, no es para menos. El Cantábrico es sobrecogedor. Es viaje, es frío, es color plomo, marino o verde, es espuma y es arena con brillantina, residencia de cetáceos, peces y crustáceos y lugar de trasiego de muchas culturas. Galicia es otro mundo, otra historia, otro paisaje y otro paisanaje. En el interior se adivina el complejo entramado de concejos y de lugares recónditos en los que apenas llegaban los avatares de los siglos, ni el adelanto tecnológico ni los progresos científicos. Por allí sientes más que en ningún otro lugar de España que el tiempo no es una línea recta, sino una espiral. Que viene desde los que estaban antes, que te atravesará y se irá hacia los que te seguirán. Llegan las nubes que nublan todo. Hay arenales infinitos y solitarios, percebes en las rocas, encuentros fortuitos con amigos, playas con catedrales geológicas en las que no falta un grafiti en la arena que te regresa a Aragón y que evidencia que hace un rato han pasado por ahí unos de Mallén. Sobre la arena, con gigantescas letras está escrito Mallén y en la línea de abajo Cortés. En Galicia, como en casa, pero en verde y con mar.

Isabel Soria es técnico cultural y documentalista

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