Muros de la patria
Agosto es mes de vacaciones, en el que muchos conducen su coche para bañarse en la Costa Dorada, celebrar unas fiestas patronales o hacer esa excursión pendiente a la provincia vecina. Además de toros y cañas, se buscan huellas del pasado, se visitan museos, monumentos o edificios emblemáticos como complemento del ocio. En Aragón hay de todo: tesoros por los que parecen no pasar los siglos, como el Monasterio de Piedra; castillos cuyos restos se han consolidado con sutiles intervenciones, como el de Jarque de Moncayo; pero también ruinas desatendidas que se desvanecen ante las inclemencias del tiempo y la mirada distraída de nuestros gobernantes, caso del palacio de los duques de Villahermosa en Los Fayos y su iglesia aneja, dedicada a María Magdalena, con un imponente lienzo de Vicente Berdusán en su retablo. Como en aquel soneto de Quevedo: "Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes, ya desmoronados". Según el artículo 46 de la Constitución, los poderes públicos deben garantizar la conservación y promover el "enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad". A veces, los concejos municipales chocan con todo tipo de trabas para acometer la protección o restauración de su arquitectura cuando esta se encuentra en manos privadas o eclesiásticas. Más que por partidos y banderas, las naciones se sostienen por las personas y se miden por el cuidado de su cultura.
Almudena Vidorreta es poeta y profesora