Mar o montaña? ¿Horchata o helado de turrón? ¿Paella o fideuá? ¿Verbena en la plaza o tertulia a la fresca? ¿Voto útil o voto con el corazón? La indecisa se hace preguntas de verano. ¿Merece la pena perder una mañana de vacaciones en el pueblo para ir a votar?

¿Las campañas electorales son determinantes para convencer a los indecisos o sólo sirven para embarrar aún más el clima político? 

¿El aumento del voto por correo es un indicativo de una mayor conciencia democrática? ¿Los debates televisivos hacen ganar o perder elecciones? ¿Da igual mentir? ¿Lo que importa es que no te pillen? ¿Indiana Jones ha envejecido bien? ¿Sigue siendo el mismo héroe que enamoró al público hace 40 años? ¿Y yo sigo siendo la misma que a los 20? ¿Qué es más bonito: ver amanecer o ver atardecer? ¿Batiremos este verano el récord histórico de temperatura en Zaragoza de 44,5 grados? ¿Cuándo nos tomaremos realmente en serio el cambio climático? ¿Es el desabastecimiento de melones y sandías la noticia del verano? ¿Estamos retrocediendo en derechos sociales? ¿Nos preocupamos o pasamos? ¿Nuestras hijas vivirán mejor que nosotros? ¿La igualdad de oportunidades existe? ¿Y la objetividad periodística? ¿Tenemos más preguntas que respuestas?

El CIS afirmaba al principio de la campaña electoral que había un 35% de indecisos ante las elecciones generales de pasado mañana y un 6% que decidirá su voto el mismo día de las elecciones. Yo creo que en realidad no somos tantos indecisos. Tenemos algunas respuestas más claras de lo que queremos reconocer. ¡Feliz jornada de reflexión!

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