Autovía Mudéjar
La finalización de la autovía Huesca-Jaca está más cerca de hacerse realidad, veinte años después de haber puesto la primera piedra. El Gobierno ha autorizado la licitación por 98 millones de euros de la construcción del tramo Lanave-Sabiñánigo Sur, el último que queda pendiente para terminar la A-23.
Se evitará así el cuello de botella en la carretera N-330, que implica retenciones de tráfico en temporada de esquí, en verano y festivos. Se trata de un anuncio de evidente carácter electoralista. A tan solo cinco de días de que abran las urnas, el Consejo de ministros no debe adoptar medidas de gran calado presupuestario. No obstante, el Ejecutivo que salga del Parlamento que los españoles elegiremos el próximo domingo, sea del color que sea, tiene ya adjudicada la tarea de concluir esta reclamada infraestructura que articulará Aragón de norte a sur.
Todos los partidos están utilizando hasta las últimas bazas para ganar votos. Los que participan en el Gobierno del país lo hacen también aprovechando la capacidad decisoria que les otorga conformar el Consejo de ministros. En este contexto preelectoral, no es deseable que se adopten medidas económicas de calado por parte de un Ejecutivo que vive sus últimos días. Sea como fuere, la conexión directa por autovía entre Sagunto (Valencia) y Jaca es una infraestructura que ya debía haberse construido hace muchos años y que ha sufrido reiterados retrasos por unas u otras causas. La conocida como Autovía Mudéjar es la inconclusa columna vertebral del entramado vial que debe seguir impulsando el desarrollo de Aragón salvando las complejidades de una orografía que no siempre hace fáciles las comunicaciones en el territorio. En el mapa de las infraestructuras pendientes que la Comunidad tiene que seguir reivindicando ante el Gobierno central, la rápida conclusión de esta debe ser una de las prioridades.
