Visto para sentencia
El juicio por el asesinato de Manuel Giménez Abad ha quedado visto para sentencia. Los alegatos finales se han centrado en la credibilidad de los testigos directos de lo ocurrido aquel fatídico 6 de mayo de 2001 en la capital aragonesa.
La Fiscalía y la acusación han vuelto a ofrecer en la Audiencia Nacional "pruebas que acreditan sin duda alguna" la autoría de los dos encausados, los etarras Mikel Carrera Sarobe ‘Ata’ y Miren Itxaso Zaldua ‘Sahatsa’, mientras que las defensas han puesto en duda la validez de los reconocimientos visuales que identifican a sus clientes como autores del atentado. En un juicio ordinario, la fórmula con la que el presidente del tribunal da por concluida la vista oral es poco más que un gesto ritual, pero en este alcanza un gran simbolismo para la sociedad aragonesa. Haber juzgado por fin a los presuntos asesinos del político y jurista constituye un éxito del sistema judicial y policial español.
La fiscal ha defendido ante el tribunal la fiabilidad y trascendencia del testimonio del hijo menor de Giménez Abad, Borja, que acompañaba a su padre el día que le asesinaron de tres disparos por la espalda en la calle Cortes de Aragón. Ha apuntado que identificó a Ata como autor de los disparos en el reconocimiento fotográfico de 2014, sin dudas y "sin sesgo de condicionamiento", pues entonces no sabía que era el principal sospechoso. De igual modo, otros tres testigos identifican con total seguridad al que fuera líder del aparato militar de ETA como el pistolero que acabó con la vida del entonces senador y presidente del PP-Aragón. Todos ellos, que en su día cruzaron la mirada con el asesino, han asegurado antes y ahora que Ata fue el autor material de los disparos. La familia de la víctima y toda la sociedad aragonesa y, en general, española esperan una sentencia justa, aunque sea más de dos décadas después del vil asesinato.
