Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

No hay democracia sin demócratas

No hay democracia sin demócratas
No hay democracia sin demócratas
Pixabay

En cierta ocasión, le preguntaron al filósofo Diógenes de dónde era y él respondió con una sola palabra: ‘kosmopolitês’, ‘ciudadano del mundo’. Diógenes era griego, pero se negaba a definirse según su linaje, su estirpe, su ciudad o su condición de hombre libre. Al referirse a sí mismo como ‘ciudadano’ abrió la posibilidad de una aproximación moral a la política centrada en la humanidad de todos, más que en las marcas del origen local, el estatus, la clase y el género, que son características que nos dividen. En la estela de Diógenes, otros pensadores como Cicerón, Hugo Grocio o Adam Smith han reivindicado la tradición política que trata a las personas como seres iguales entre sí. Esta es la pared maestra del sistema democrático, que en España revalidaremos dentro de catorce días.

Todos los ciudadanos mayores de 18 años estamos convocados a esta cita. Da igual el dinero que tengamos cada uno, nuestro estatus o inteligencia, nuestro sexo o nuestra religión, nuestra formación o profesión, cada uno de los votos que entra en la urna vale igual que el que cae al lado.

Desde hace 45 años, los españoles hemos demostrado que creemos que la buena política es fundamental porque, por ejemplo, es lo que distingue hoy a la próspera y estable Noruega de la caótica y miserable Libia. Y también hemos dicho que la democracia, piedra angular de todo sistema de convivencia, no puede reducirse a un conjunto de instituciones y partidos. Lo que la define es la elección y la limitación, las elecciones colectivas que llevan a grupos de personas a vivir de una determinada manera y las obligaciones colectivas que permiten a los ciudadanos elegir la vida que quieren llevar.

Los partidos son los que ahora deben estar a la altura de la madurez de la mayoría de la ciudadanía. Hay que evitar la estéril polarización que ha erosionado a otras democracias occidentales, como la de Estados Unidos. El nuevo Parlamento que salga de las urnas reflejará los deseos de los españoles, que siguen pidiendo negociación y consenso. Es hora de reeditar el pacto intergeneracional que reconcilia capitalismo inclusivo, progreso social y lealtad constitucional.

Vivimos días de fatiga democrática. Pero el compromiso como ciudadanos nos liga a las urnas para mantener la superioridad moral y práctica de esa cadena invisible que enlaza la protodemocracia griega, la legislación romana, el humanismo europeo, la ilustración francesa y el liberalismo anglosajón.

Eso sí, el viejo ideal democrático tiene que actualizarse con un programa de reformas que aglutine tanto políticas liberales (que garanticen la libertad) como políticas sociales (que sustenten la cohesión y la participación ciudadana). En esta tarea todos somos necesarios porque no hay democracia sin demócratas.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Javier Rueda)

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