García-Abrines

Luis García-Abrines
García-Abrines
Archivo familiar

Acaba de cumplirse el centenario del nacimiento de Luis García-Abrines, el último gran surrealista aragonés, y son muy pocos ya los que lo recuerdan. Nos habló mucho de él José Antonio Labordeta, que escribió su voz para la GEA y le dedicó una sentida semblanza en su libro ‘Los amigos contados’. 

Nos contaba cómo un día una especie de obispo maronita lo persiguió por el metro de París, el rostro cubierto por una tarlatana, repartiendo bendiciones y levantándose la sotana. Cuando ya Labordeta, que creía hallarse ante un loco peligroso, estaba dispuesto a atizarle un buen mandoble, el supuesto obispo desveló su identidad: era Luis García-Abrines quien, disfrazado de obispo, se disponía a abrazar a su amigo de tantos años. Esta y cien anécdotas más circularon por Zaragoza y lo convirtieron en una leyenda, una leyenda viva que daba clases en Estados Unidos y publicaba extraordinarios libros de ‘collages’, desde el mítico ‘Así sueña el profeta en sus palabras (Fragmentos de unos evangelios apócrifos)’, que le publicó el propio Labordeta en su colección Orejudín, en 1960, y que llevaba una faja en la que se leía: "¡Atención! ¡Advertencia importantísima! Todos los volúmenes que no lleven la huella dactilar del dedo ‘Gordo’ de la mano derecha de Luis García-Abrines, son ejemplares falsificados", hasta sus ‘Variaciones sobre La donna e mobile (Solo –de gaita– para hombres)’ que editó la IFC en 1988. Anduvo enamorado de Pilar Bayona, fue un gran melómano y el mejor amigo de Alfonso Buñuel, su maestro en el ‘collage’. Surrealismo aragonés en estado puro.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Melero)

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