El primer ‘showman’ de la videopolítica
Cuando comenzó su andadura política, en los años noventa, Silvio Berlusconi no tenía ningún mérito intelectual o social, no era un gobernante clásico ni un servidor público; era el millonario dueño del mayor imperio mediático de Italia.
Pero, de repente, el bronceado ‘showman’ de la antipolítica pasó a arrasar entre la audiencia y entre el electorado. De hecho, hizo de la omnipresente pantalla su trampolín. Así se convirtió en el ídolo de los votantes-espectadores y por eso no cerraba sus campañas con un mitin, sino que dedicaba la última jornada a aparecer en todas sus televisiones.
Para abanderar la videopolítica, ‘Il Cavaliere’ creó una imagen a base de cirugía estética, equipos de fútbol y deleznables comentarios machistas. En política, se alió con cualquiera que le asegurase una cuota de poder, desde los separatistas de la Liga Norte a la ultraderecha, porque su ideario lo aguantaba todo. Aunque fue un populista sin escrúpulos, a numerosos italianos no pareció importarles sus innumerables procesos judiciales por corrupción, relaciones con la mafia o evasión fiscal.
Durante décadas, ha representado la espectacularización de la política y los peligros del populismo. Como dijo Sartori en ‘Homo Videns: la sociedad teledirigida’ (1997), "el poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la política". Trump, Boris Johnson o Bolsonaro siguieron los pasos del embaucador oportunista, pero él fue el primero en actualizar la vieja fórmula de los emperadores romanos: pan y circo.
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