Por
  • Gonzalo Castro Marquina

Candidato Sánchez

La convocatoria de elecciones anticipadas supone para el presidente un ejercicio arriesgado.
La convocatoria de elecciones anticipadas supone para el presidente un ejercicio arriesgado.
BMC

En televisión, cuando algún especialista ejecuta una acrobacia peligrosa, suele advertirse al público que no intente reproducirla en casa. Estos avisos se sienten un tanto superfluos, por obvios, pero hay que pensar que, si existen, es porque en el pasado hubo personas que se animaron a imitar lo visto en pantalla, con resultados poco afortunados. 

Quizá por eso, lejos de eliminar estas advertencias, habría que extenderlas al cine y las series, poniendo el foco en la política. Es posible que la historia de España fuera distinta hoy si ‘Juego de tronos’ hubiera incluido un mensaje de este tipo al inicio de sus episodios. Con todo, no es el género de la intriga política, sino el romántico el que ha desplegado una influencia más perniciosa sobre el funcionamiento de la democracia. Varias generaciones hemos crecido viendo películas en las que el clímax de la cinta consistía en una desesperada carrera al aeropuerto, donde los protagonistas se declaraban amor eterno y resolvían en un instante, en una catarsis emocional, todos los problemas que habían arrastrado durante el resto del metraje. Sin embargo, igual que no hay dragones surcando el cielo, estas historias tan solo son ficción. Las relaciones de pareja sanas se construyen en el día a día, y no a base de golpes de efecto. Y lo mismo sucede en política, tanto si pensamos a escala de partido, de gobierno, oposición, como de la carrera individual de un político en particular.

La ejecutoria electoral de Pedro Sánchez como líder socialista está ya contrastada

Tras nueve años en primera línea política y cinco ejerciendo de presidente, Pedro Sánchez debe asumir en esta campaña que es quien es, para lo bueno y para lo malo, y que eso ya no se puede cambiar. Su rendimiento electoral está contrastado tras cuatro elecciones, y el balance no es positivo, si bien la revitalización del PSC abre la puerta a una mejoría. En porcentaje de voto, el PSOE, bajo el liderazgo de Sánchez, ha registrado los cuatro peores resultados de su historia. En escaños, desde 2019 supera la marca de Rubalcaba, 110, pero queda por detrás de la de Joaquín Almunia en 2000. Los 120 actuales superan por un escaño el primer resultado de Felipe González en 1977, pero en relación a 1979 se invierte la relación, y es González quien aventaja en un escaño a Sánchez. Podría justificarse que el PSOE actual compite con Unidas Podemos o Más País y que el voto se divide, pero frente a este argumento cabe plantear otros tres en sentido opuesto, empezando por el hecho de que si la capacidad de seducción del PSOE fuera mayor, el voto no se repartiría. Hay hueco disponible para otras formaciones porque el PSOE en estos momentos no es capaz de llenarlo por sí solo.

IU, y antes el Partido Comunista, hasta el año 2000 captaba entre un 9% y un 10% del voto, por lo que el PSOE siempre ha tenido un rival de ámbito nacional, con el que compartía parte de su espacio. Incluso en los momentos más duros para la formación, IU obtenía alrededor de un 4% y un 5% de los sufragios. Igualmente, en 2008, UPyD consiguió entrar al Congreso, con un 1,2% de los votos. Un modesto porcentaje que tres años más tarde se elevaría hasta el 4,76. Aunque la procedencia de su voto era diversa, parte de él provenía del sector socialista. Por otro lado, la suma del PSOE, Unidas Podemos y Más País refleja un porcentaje de voto inferior al que lograban el PSOE e IU antes del 2011. Desde 1986, IU y el PSOE captaban alrededor de un 48-49% de los votos emitidos en las elecciones generales. Cuando una de las dos fuerzas caía, la otra subía, de tal manera que la horquilla no se desviaba mucho, con la única excepción de los comicios del 2000, en los que Aznar alcanzó la mayoría absoluta. En 2015 y 2016, la combinación de Podemos, IU y el PSOE se acercó a la media tradicional, pero aun así quedó entre 3 y 4 puntos por debajo. En 2019, la distancia volvió a ensancharse, al disminuir el porcentaje al 43,25%. Esto demuestra que el PSOE no reabsorbe todo lo que merma Podemos, a diferencia del PP respecto a Ciudadanos, y que parte de los votantes históricos que perdió en 2011, o de los nuevos que podría haber incorporado, no están dispuestos a respaldar el proyecto que plantea ahora, decantándose algunos de ellos por la abstención.

Bajo su mandato, el PSOE ha registrado los cuatro peores resultados de su historia. Ahora, plantea la campaña del 23-J con un mensaje defensivo

A la hora de enfocar la precampaña, Sánchez ha optado por hacer un llamamiento a la ciudadanía para que frene un posible ejecutivo del PP junto a Vox, sin embargo, esta petición ya estuvo presente en las campañas de las dos elecciones generales de 2019. De hecho, es probable que fuera clave, unida al efecto Moncloa, para que el PSOE mejorara significativamente sus resultados. Si después de una legislatura al frente del Gobierno ha de hacer la misma exhortación, significa que su desempeño no ha convencido a suficientes personas. De lo contrario, sería un voto afirmativo, en vez de uno defensivo, el que impediría la presidencia que desaconseja. Como superviviente nato, no se puede descartar que revalide el cargo, pero si ocurre, no habrá un beso apasionado en la zona de embarque. Llega tarde para eso.

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