Director de HERALDO DE ARAGÓN

Entre Sánchez y Feijóo

Entre Sánchez y Feijóo
Entre Sánchez y Feijóo
POL

Como voz enciclopédica, la entrada referida al sanchismo debería definir este estilo de gobierno como una mezcolanza política guiada por una acusada búsqueda de resistencia en el poder. Este cóctel posee una parte de PSOE, otra parte de Podemos y un generoso golpe de efectismo que, convenientemente agitado, dibuja la acción de gobierno que encarna Pedro Sánchez

La fórmula, que se ideó magistral para cada uno de los españoles, ha sufrido en las últimas horas un nuevo reajuste en sus componentes y el bebedizo ha adquirido un mayor tinte morado. Su discurso del pasado miércoles ante los diputados y senadores socialistas confirmó una deriva que, de forma explícita, ha sido rechazada en ayuntamientos y comunidades y que ahora parece que define la estrategia electoral del PSOE.

Alimento para formaciones como Vox, el sanchismo se expresa excesivo, alejado de la progresista centralidad socialdemócrata que ha hecho crecer a muchos países europeos y que gobernó España en diferentes legislaturas. Tolerante con las contradicciones en el seno de su Ejecutivo, con las ministras de Podemos argumentando contra las políticas del PSOE, el sanchismo ha terminado por transformarse en una cuestión plebiscitaria, en un conflicto extremo donde hay malos malísimos y buenos buenísimos convertidos en protagonistas de un cuento que nos introduce en un dulce sueño. Ni lo uno ni lo otro. Incluir al PP en el saco del trumpismo resulta fuera de rango, y la advertencia de Sánchez sobre la conexión de los populares con Vox insiste en la misma preocupación que afecta a Alberto Núñez Feijóo, que ha comprendido que las elecciones se ganan desde la moderación.

Tras la derrota del pasado domingo en las municipales y autonómicas y la posterior convocatoria de las generales, el presidente Sánchez parece haber abierto la puerta, más que a unas nuevas elecciones, a un plebiscito sobre su figura política

La estrategia electoral de Sánchez, pensada para los suyos y sostenida en un lenguaje con el que pretende tener amarrado su partido, le distancia de ganar las próximas generales. Que el PSOE no alcance a leer los resultados del domingo y opte por un volantazo con el que pretende apropiarse del electorado de Podemos, insistiendo en la desnaturalización de las que han sido sus señas de identidad como partido de Estado, resulta tan contradictorio como incoherente. En el caso de Aragón, por ejemplo, las principales derrotadas han sido las formaciones a la izquierda del PSOE que, aparte de la desafección con el votante, han sufrido los efectos de la dispersión del voto y de la irrupción de Aragón Existe. Los socialistas, después de una campaña en la que Javier Lambán se ha mostrado alejado de la imprescindible tensión electoral, no se han descalabrado. Su pérdida de poder territorial es evidente, pero el respaldo en votos, donde se ha buscado diferenciar entre el sanchismo y el lambanato, les permite encarar unas generales.

La estival cita electoral del 23 de julio (un movimiento que abiertamente condiciona las negociaciones para la constitución de ayuntamientos y comunidades) dará medida de hasta dónde alcanza el hartazgo contra el sanchismo y si el malestar permite activar un cambio de ciclo o aún concede oxígeno a la forma que tiene este PSOE de entender la política. Con un PP empeñado en extender la sensación de la llegada del final de una etapa, el enfrentamiento entre Sánchez y Núñez Feijóo se comprenderá ampliando la fotografía hacia los extremos. Tanto el PSOE como el PP esgrimirán como principal inconveniente las muletas políticas del contrario (Podemos y Vox), argumentando una adulteración de su centralidad por culpa del populismo que define a sus compañeros de viaje.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mikel Iturbe)

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