Racismo intolerable

El Real Madrid y el Bernabéu muestran su apoyo al delantero Vinicius en el partido de liga ante el Rayo Vallecano
El Real Madrid y el Bernabéu muestran su apoyo al delantero Vinicius en el partido de liga ante el Rayo Vallecano
EFE/ Rodrigo Jiménez

En España se ha avanzado mucho en la protección de los trabajadores, la dignidad de las mujeres y contra el maltrato animal. Hoy sería inimaginable que a un trabajador se le insultara a la entrada de su centro de trabajo, se le increpara en el desarrollo del mismo y que nadie hiciera nada ante eso, ni empresa ni compañeros. 

Los insultos racistas contra un jugador de fútbol son una forma de violencia para perjudicar su rendimiento, ya son frecuentes y un mal síntoma, como el ‘bullying’ en las aulas, el acoso en redes sociales y las agresiones en grupo, de una sociedad enferma. Los agresores se sienten a salvo en el anonimato de la masa; casi siempre salen impunes y siguen insultando y provocando. Mientras, los de su entorno lo aguantan y no hacen nada por detener los insultos. Nuestro país es permisivo en general con la violencia en el fútbol incluso en competiciones juveniles e infantiles. 

Pero nadie debe ser pasivo ante esto y hay que practicar el principio de tolerancia cero. Sacar una entrada de fútbol no significa tener licencia para insultar y permiso para la violencia. El futbolista es un trabajador que hace su trabajo y debe estar protegido como cualquier otro ante las posibles discriminaciones que sufra en detrimento de su rendimiento y de su dignidad. Ahora ya está tipificado como punible el dirigirse a una mujer con comentarios groseros y palabras ofensivas contra ella pero se consienten los insultos, acosos e improperios a deportistas. Igual que se ha regulado en España la prevención de riesgos laborales, hace falta una nueva regulación de espectáculos para proteger a los trabajadores deportivos. 

Ante situaciones de insultos racistas debería reaccionarse y que todos los jugadores de ambos equipos abandonasen el campo como respuesta a los insultos; hay que romper la pasividad que se vive ahora y que se tome en la Asociación de Futbolistas el acuerdo correspondiente. Lo que no es admisible es que la víctima sea quien debe ser sustituido en el juego para cortar la cadena de insultos. Así se fomenta que estas prácticas aumenten y se normalicen, pues al fin y al cabo los que insultan y acosan consiguen su objetivo de anular al otro. ¿Los insultos racistas ayudarán a España en la candidatura para la Copa Mundial 2030 de fútbol?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Magdalena Lasala)

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