Fin de curso

Fin de curso
Fin de curso
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El primer día me equivoqué de clase. Cuando el profesor empezó a hablar de Historia Económica de España, me levanté lo más discretamente que pude y fui a buscar mi aula. 

Llegué tarde a mi primera sesión de Francés, con nervios de principiante y dudas después de muchos años sin tocar los libros de la lengua de Molière. Ahora que llegamos al final de curso, que las bibliotecas se llenan de estudiantes que preparan los exámenes finales o la Evau, que tantos jóvenes se juegan su futuro, hago mi balance particular. Qué gusto estudiar por gusto, sin la presión de una nota o un título; qué gusto aprender para saber más o para darnos cuenta de cuánto nos queda por saber; seguir cultivando la curiosidad y la emoción; compartir este viaje.

Nuestra clase en el Centro Universitario de Lenguas Modernas ha sido mucho más que una clase de Francés. Entre lecturas, traducciones y ‘écoutes’, hemos hablado de política, de viajes, de libros, de películas, de comidas, de redes sociales, de bailes y otros ‘hobbies’, de diferencias culturales. Hemos seguido las protestas en Francia por el aumento de la edad de jubilación a los 64 años (no recuerdo esas protestas cuando aquí se aumentó a los 67). Somos una clase heterogénea, con universitarios, trabajadores, jubilados, opositores. Entre lecturas y debates, felicitamos a María Ángeles, que va a ser abuela; le deseamos suerte a Carmen, que se presenta en junio a la oposición de profesores; nos contamos los viajes previstos para el verano. Y el último día de clase nos vamos a cenar con nuestro profesor. ‘Merci’, Javier.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Paula Figols)

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