Por
  • Pascual León Marco

Geoestrategia de las materias primas minerales

La fabricación de coches eléctricos requiere materias primas minerales poco abundantes.
La fabricación de coches eléctricos requiere materias primas minerales poco abundantes.
Toni Galán / HERALDO

Las materias primas minerales son las grandes ignoradas de la competición tecnológica y China hizo de las mismas un tema de Estado, pues ya en 1992 el padre de la revolución económica china, Deng #Xiaoping, decía: «Oriente Próximo tiene el petróleo, pero China tiene las tierras raras». 

Las tierras raras y las materias primas críticas, en general, han sido las grandes olvidadas de la competición geopolítica de los últimos años, que ha centrado su atención en qué país domina ciertas tecnologías, la inteligencia artificial, los semiconductores y tantas otras, y no tanto en qué medios eran necesarios para llegar a dicho dominio, razón por la que se han convertido en un vector de dependencia, de riesgo geopolítico y de instrumento de guerra comercial enormemente importante.

El paso hacia la nueva economía verde y digital y el acelerado desarrollo industrial que se está produciendo en todo el mundo exigen cada vez más disponer del mayor número de recursos minerales. En el caso concreto de los minerales estratégicos, son vitales en los procesos industriales de alta tecnología, en especial en todo lo relacionado con el espacio, las comunicaciones, el armamento, el desarrollo de las renovables, la movilidad, la electrificación y la digitalización. La problemática es variada. En unos casos, son recursos muy escasos y en otros, aun habiendo grandes yacimientos, su extracción es muy complicada porque están en manos de un solo país o bien se encuentran en zonas muy inestables y sometidas a episodios de violencia que prácticamente impiden su aprovechamiento.

Según el ‘International Resource Panel’ de Naciones Unidas, en 2016 se extrajeron en el mundo cerca de 65.000 millones de toneladas de materias primas minerales, y diez países fueron responsables del 70% de la producción mundial de minerales no energéticos, metales y combustibles minerales. Entre ellos, China fue con gran diferencia el mayor productor con el 37% de los minerales no energéticos, produciendo también el 54% del aluminio, 50% del acero, 38% del cobalto o el 47% del zinc primario y secundario. De las 30 materias que la Unión Europea califica como ‘críticas’, 19 proceden principalmente de China. Entre estas se encuentran el magnesio, donde China tiene casi el monopolio (93%), al igual que en las tierras raras (78%) y el bismuto (93%).

China no solamente se ha centrado en la producción, sino que domina también el procesamiento de muchos de estos minerales críticos. Refina alrededor del 60% o el 70% del litio, el níquel y el cobalto del mundo, y ha realizado importantes inversiones en los yacimientos más ricos del mundo, desde el cobalto en la República Democrática del Congo hasta el níquel en Indonesia, lo que significa que controla una parte cada vez mayor de las minas de las que proceden.

De seguir así, pasaremos de la dependencia del petróleo y el gas de Arabia Saudí, Estados Unidos y Rusia, a la dependencia de China y otros países para tener baterías o grandes magnetos para turbinas eólicas, y cambiaremos una dependencia por otra, con el riesgo que esto supone.

La importancia de contar con un suministro nacional de metales críticos se hizo evidente en 2010, después de que China bloqueara las exportaciones de tierras raras a Japón durante una disputa por un incidente, disparando los precios. Desde entonces, las tensiones entre Washington y Pekín se han intensificado, haciendo temer interrupciones de la cadena de suministro por motivos políticos y económicos.

La evolución del contexto político interno de China en 2022 ha deteriorado aún más su imagen dentro de Estados Unidos y la Unión Europea. Es más, el acercamiento chino a Rusia, su posición ante la guerra en Ucrania y las dinámicas en el estrecho de Taiwán han tensionado más las relaciones y aumentado el nivel de desconfianza con este país.

Los gobiernos occidentales se apresuran ahora a desarrollar estrategias para avanzar en la transición energética sin depender excesivamente de China para obtener minerales críticos. En Estados Unidos, la recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación incluye grandes incentivos para que los fabricantes de vehículos eléctricos se abastezcan de minerales cruciales con socios fiables. El Reino Unido ha presentado una ‘estrategia de minerales esenciales’, que incluye esfuerzos para ampliar sus capacidades nacionales en el sector. La Unión Europea y Australia están impulsando iniciativas similares.

El gobierno de Estados Unidos está estudiando la posibilidad de firmar pactos comerciales con Japón y el Reino Unido sobre minerales esenciales, además de entablar conversaciones con la Unión Europea y otros países como Australia, Corea del Sur y Chile.

Europa continúa embarcada en su transición verde pero no tiene los materiales que necesita hoy y sobre todo los que necesitará en el futuro que está diseñando. La Unión Europea importa entre el 75 por ciento y el 100 por cien de los metales que necesita su industria y de las 30 materias que califica como ‘críticas’, 19 proceden principalmente de China, por lo que existe una dependencia casi monopolística de terceros países que supone un riesgo si se desencadenan crisis como la del coronavirus o la guerra de Ucrania.

En un intento de recortar la dependencia frente a otras potencias, la Comisión Europea ha presentado su Ley de Materias Primas Críticas, que aspira a crear «cadenas de suministro seguras y sostenibles», buscando cerrar acuerdos equitativos con los productores. Pero también va a lanzarse a su búsqueda en su propio territorio y ha trazado un plan que obligará a los Estados miembros a buscar nuevos yacimientos y explotarlos, impulsando la minería y también el procesado de minerales críticos.

España tiene reservas y potencial minero, una gran superficie contrastada, y puede convertirse en una potencia minera en la UE, pero para ello deberá corregir su compleja legislación, muy alienada respecto a lo que ahora plantea la UE, la excesiva maraña legislativa y las numerosas trabas burocráticas, que la han convertido en tan solo unos pocos años en uno de los países menos atractivos para la inversión minera, situándose tan solo por encima de Zimbabue.

Pascual León Marco es doctor ingeniero de Minas y decano en Aragón del Colegio de Ingenieros de Minas del Nordeste de España

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