Distopía política

Ramón Tamames en el Congreso durante el debate de la moción de censura.
Ramón Tamames en el Congreso 
Juan Medina / Reuters

Como ya nos hemos acostumbrado a todo, cada vez hay menos cosas que nos llaman la atención. La última moción de censura, no sé si de Vox o de Ramón Tamames, ha sido el mayor esperpento en nuestra azarosa vida política de los últimos años. 

¿Cómo se han atrevido a tanto los próceres de Vox y el mismo Tamames, que fue un parlamentario que se tomaba en serio su papel? Como Santiago Abascal no tenía minutos para hacerse oír en el Congreso (es cierto), pues urde un show presentando una moción de censura sin ninguna posibilidad de triunfar. Y la presenta, ni más ni menos que el ex-comunista Ramón Tamames.

Presentar como vocero de Vox a un Tamames que se hallaba en el pasado en las
antípodas ideológicas del partido al que iba a representar, es una tomadura de pelo

Ya sabemos que a día de hoy, la política es el gran teatro del mundo. Más que nunca. Pero presentar como vocero de Vox a una persona que –aparte de su indudable valía intelectual- se hallaba en el pasado en las antípodas ideológicas del partido al que iba a representar, es una tomadura de pelo. Tanto es así que, a priori, no se sabía si sería Tamames el que iría a hablar o un exótico portavoz de Vox. Al final, salvo alguna que otra pincelada que parecía de cortesía hacia Abascal, el catedrático de la Universidad Complutense necesitaba hablar a gusto y libremente en algún escenario, pues sigue con la cabeza muy bien amueblada, aunque pasada por el tiempo, lo que le otorgaba a su favor un tono de mesura y respetabilidad a pesar del esperpento.

La figura de Ramón Tamames siempre me resulto curiosamente controvertida. A pesar de haber militado en el Partido Comunista de España –estuvo en la cárcel de Carabanchel por ello-, en el tardofranquismo se estudió su renombrado libro ‘Introducción a la Economía española’ (‘el Tamames’, que decían los chicos), obligadamente recomendado por el profesor de F.E.N. (Formación del Espíritu Nacional). A lo mejor el profesor no era tan del Movimiento, ni Tamames tan comunista. O es que los extremos se tocan. Lo digo porque el discurso parlamentario del otro día no dejó de ser el de un sabio de otro tiempo (hoy apenas hay sabios conocidos, y menos todavía en el Parlamento español). Por eso decía frases inteligentes, de sentido común, que probablemente harían suyas muchísimos españoles que no escuchan nunca tan preclaro verbo por ningún lado. Por fuerza tuvo tan mala acogida su discurso por el ‘establishment’. Y es que fue un parlamento distópico, pero en sentido contrario del que le atribuimos en el presente.

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