Por
  • Carmen Puyó

Hijas de Sexilandia

La secretaria de Estado de Igualdad y Violencia de Género, Ángela Rodríguez Pam
La secretaria de Estado de Igualdad y Violencia de Género, Ángela Rodríguez Pam
EP

Ni pudor, ni rubor ni vergüenza. Yo lo que siento es irritación y bochorno cuando veo y escucho, y se me ponen los pelos como escarpias, las intervenciones de las ‘miembras’ o ‘miembres’ del (costoso) Ministerio de Igualdad del Gobierno de España, explayándose sobre todo lo que las mujeres vamos a demostrarles a los hombres a partir de ahora. 

En materia de sexo, se entiende. A estas hijas de Sexilandia las oigo hablar de sexo, de cómo han de tener relaciones sexuales las mujeres mayores, o sea, adultas –las que aún no hayan llegado a esa edad pueden empezar con tutoriales–, de lo que hay que hacer en la cama o, ya puestos, sobre una encimera, o de cómo actuar para lograr un diez en prácticas eróticas. Todo ello, se lo cuentan en plan mitinero a las mujeres de a pie, buscando su fidelidad y su voto, y como si ninguna de ellas hubiera visto hoja verde, el grupo de Sexilandia, en el que las hay con algunos años que, digo yo, no han debido de invertir en buen sexo, o lo han practicado mal y a disgusto.

Veo y escucho también a esa tipa que sonríe en un vídeo mientras unas crías de instituto corean consignas sobre la madre de un político de extrema derecha. Y caigo en la cuenta, uno, de que hasta la mafia tenía un juramento inquebrantable, a la familia no se la toca, y dos, que las de Sexilandia, con sus pobres discursos, están empezando a envenenar a nuestras niñas. No es difícil encontrar ahora mismo a adolescentes que hablan con cierto recelo de los chicos, como si ya los consideraran el enemigo. ¡Uf!, qué poco me gusta lo que veo y escucho, lo que pasa.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión