Por
  • Francisco Muro de Íscar

Los derechos, el debate y el dinero

Cara a cara de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el pleno del Senado.
Los derechos, el debate y el dinero
Fernando Alvarado

Hasta las malas ideas si se presentan bien pueden engañar a muchos. Y las buenas, si se presentan mal, acaban siendo un desastre. La idea de Vox de enredar en el avispero del aborto le ha venido de cine al presidente Sánchez para sobreactuar como si alguien hubiera intentado dar ¡un golpe contra el Estado! 

Y ello, sin entrar en el problema de fondo que es cómo hacer políticas eficientes de natalidad o cómo hacer viable el derecho de las mujeres que lo deseen a ser madres sin que ello les penalice en su vida personal y profesional.

Pero ese error, sumado a la descoordinación entre la rama Vox y la rama PP en ese gobierno de Castilla y León y a la incompetencia de su vicepresidente ha permitido a Sánchez ganar otra batalla: que no se hable de los graves errores de las leyes que promueve. Hasta Manuela Carmena ha dicho que "no corregir la ley del ‘solo sí es sí’ es soberbia infantil". Yo creo que es mucho más que eso: ha abierto la puerta de la cárcel a violadores y pederastas. La reforma de la sedición ya ha puesto en la calle a 22 delincuentes. Y pronto lo hará con corruptos de diverso signo. Y es solo el principio. Pero mientras se habla del aborto, todo lo demás pasa a segundo plano.

Este Gobierno está viviendo del aumento de los impuestos –en torno a 30.000 millones en 2022–, de no deflactar la tarifa del IRPF, con lo que cargará la crisis sobre los contribuyentes, y de los fondos europeos: 140.000 millones. Y ahí es donde ni el Gobierno informa ni la oposición pregunta. Esos fondos tienen que servir para modernizar la economía, apostar por la tecnología, impulsar nuevos sectores punteros, hacer reformas en otros, como la sanidad, la educación o la justicia, que son básicos para conformar el ‘escudo social’ y el Estado del bienestar y hacer sólido el Estado de derecho. En resumen, cambiar el modelo social, económico e industrial, absolutamente obsoleto en buena parte de la geografía española. Y eso, aunque lo maneje el Gobierno, lo tienen que gestionar las comunidades autónomas.

Pues bien, ni el Gobierno dice cuánto dinero ha llegado hasta ahora, cuánto se ha repartido, con qué criterios y a qué sectores ha llegado. Tampoco ha reunido, desde hace año y medio, la Conferencia Sectorial de Fondos Next Generation. Ni hay cogobernanza ni diálogo con las comunidades autónomas y con los empresarios ni transparencia. Y la oposición ni investiga ni pregunta. Nada de nada. Y si gana, tendrá que gestionar lo que quede en la caja. Europa es reacia a liberar nuevas partidas ante la mala gestión y la peor información sobre las ya recibidas.

Hasta el exministro socialista Jordi Sevilla, cercano a Sánchez como antes a Zapatero, ha dicho que "el modelo burocrático administrativo con el que estamos gestionando estos fondos es casi del siglo XIX" y no sirve. Frena, no llega a sus destinatarios y se desaprovecha. Está siendo un fracaso. En serio, ¿cuál es el debate que interesa? El que le interesa a Sánchez lo sabemos todos. Todos menos Vox.

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