Año nuevo... y a empezar con nuevos bríos

Acabamos de estrenar el año 2023.
Acabamos de estrenar el año 2023.
Jesús Hellín / Europa Press

Se acaba de terminar un año más que ‘horribilis’, uno de los peores que ha conocido la humanidad en décadas, pues se han unido varias crisis de consecuencias demoledoras.

 Hemos asistido a la lenta desaparición, inconclusa, de la pandemia que nos azotó de forma despiadada; vimos el comienzo de una guerra brutal en suelo europeo y contemplamos el atroz e inhumano sufrimiento del pueblo hermano de Ucrania; nos ha arrasado una profunda crisis económica que nos ha empobrecido y angustiado; nos hemos dado cuenta de nuestras carencias energéticas y nos ha sobrevolado la amenaza del apocalipsis nuclear, en manos de ese zar enloquecido de ansias expansionistas. Europa, desde luego, y también buena parte del mundo, han comprobado su propia debilidad.

Además de todo eso, y entre nosotros, nos ha preocupado la sequía pertinaz -y no quiero provocar utilizando términos de otros tiempos- y hemos tenido también un enorme desbarajuste político, nuevas leyes de dudosa constitucionalidad y un clima tremendamente crispado que ha alterado lo que venía siendo una especie de ‘pax hispanica’ de la que habíamos disfrutado tantos años.

Y ahora se abre este joven nuevo año 2023, cargado de inquietudes e incertidumbres; año en el que van a prolongarse, seguramente, todas las crisis que nos envuelven; año crucial en nuestra patria por los procesos electorales que deben celebrarse y que nos van a dar la oportunidad democrática, en la que seguimos creyendo, de dar un cambio o asentir a las orientaciones que marca el actual conglomerado de un gobierno maniatado por discursos tan dispares en su propio seno y ambiciones abiertamente antiespañolas.

O sea, que lo que viene tampoco va a ser fácil. Sin embargo, yo quiero ser optimista porque confío en última instancia en el buen sentido de los españoles y, en todo caso, soy muy respetuoso con sus determinaciones, aunque a veces no sean de mi gusto. No en vano sigue en pie la reflexión de Bismarck cuando dijo aquello de que España es el país más fuerte del mundo, pues los españoles llevan -decía- varios siglos tratando de acabar con ella y aún no lo han conseguido. Parece una broma, pero en el fondo algo de razón tenía en Canciller.

Somos capaces de resistir y de superar grandes adversidades, pero nos lo tenemos que creer; cada uno de nosotros se lo tiene que creer y obrar en consecuencia, manejando el arte de la tolerancia, del respeto, del consenso, del encuentro. Por eso quiero ser optimista y animarles a todos a que lo sean. Las calamidades pasan y, como dicen el refrán, tras la tempestad viene la calma. No hay, pues, que dejarse arrastrar por el miedo o la inquietud ni permitir que nos venza la melancolía.

Por eso me dispongo a empezar este año que acaba de nacer con nuevos bríos y les invito a ustedes a que lo hagan. Con renovadas energías y manteniendo muy alta la esperanza. Así que, ¡feliz año nuevo!

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