Los apenas trece kilómetros del tramo de la carretera nacional 260 que unen el túnel de Balupor y Fiscal son los eternos olvidados de la modernización del también denominado Eje Pirenaico, que a lo largo de 500 kilómetros comunica la población gerundense de Portbou y la altoaragonesa de Sabiñánigo. 

Esta vía es fundamental para enlazar transversalmente los valles pirenaicos y tejer una red de comunicación estructuradora en áreas rurales que sufren desde hace décadas el fenómeno de la despoblación. La orografía montañosa que atraviesa requiere complejas obras de ingeniería, pero ello no debería ser excusa para los continuos retrasos que acumula una infraestructura tan importante para el Sobrarbe y el resto del Pirineo. En Aragón, afortunadamente, avanzan otros tramos también difíciles, como el de Campo hasta al congosto del Ventamillo, el principal acceso al valle de Benasque.

Hasta que se descartó hace dos décadas, el embalse de Jánovas fue la hipoteca para poder intervenir entre Fiscal y Boltaña, un recorrido plagado de curvas, especialmente en el congosto de Jánovas, donde apenas se pueden cruzar dos vehículos. En 2013, el entonces Ministerio de Medio Ambiente echó para atrás el proyecto por su impacto y se reinició el trámite. Y el 16 de abril de 2021 el Boletín Oficial del Estado publicó el visto bueno a la declaración de impacto ambiental.

Pues bien, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana acaba de sacar a licitación en este final de 2022 el contrato para actualizar el informe, puesto que las normativas han cambiado en los últimos años. Esta circunstancia obliga a adecuar los aspectos que hayan quedado desfasados para cumplir las nuevas condiciones que exige la declaración de impacto ambiental. Teniendo en cuenta que el plazo de ejecución de este contrato es de seis meses, las reivindicadas obras podrían sacarse a concurso a finales del próximo año, por lo que estarían en marcha como pronto a lo largo de 2024. Si todo va bien y la burocracia no lo continúa impidiendo.