Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Y el yerro se hizo hierro

La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso de los Diputados.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso de los Diputados.
Efe

El lenguaje jurídico conserva muchas trazas del origen del derecho como alternativa a las armas. 

Abundan expresiones como ‘batalla judicial’ para referirse a un proceso. Desde la Edad Media usamos ‘quitar hierro’ para decir que se busca una forma de reducir el recurso a espadas en conflictos y enfrentamientos. En sentido contrario -añadir hierro-, estas semanas hemos asistido a situaciones en las que un error, la actitud sostenida ante el yerro propio, ha derivado en confrontaciones verbales mantenidas con palabras aceradas, próximas a la dureza del hierro y su lesividad. Lamentablemente el repertorio de esta agresividad está siendo amplio; elijo para la reflexión la intervención de la ministra Montero Gil en el Congreso el pasado 30 de noviembre: «Ustedes promueven la cultura de la violación». Tomo el texto del audio oficial. En el Diario de Sesiones la frase se reproduce, pero se marca para anotar que la Presidencia suprime palabras. Entre versiones indirectas, enriquecidas, truncadas, o con citas entrecomilladas que no son literales, no ha resultado fácil saber qué ha dicho. Más importante, ¿qué ha querido decir?, ¿qué se ha entendido?

En un contexto de uso especializado, digamos en la revista ‘Política y Sociedad’, los lectores reconocerán las palabras como una locución (‘cultura-de-la-violación’) y la descodificarán correctamente al situarla en un contexto nativo como el de las ‘New York Radical Feminists’. Pero en un contexto de uso no especializado, las palabras van sueltas y en la representación del receptor dominan ‘promueve’ y ‘violación’ porque la palabra ‘cultura’ parece un adorno expresivo. Suena a que se imputa la promoción de la violación. Debió prever esta lectura.

Una vez más algunos paladines se hacen valedores de la dama tratada con violencia política. Pronto marcan la línea de defensa: que se trata de un concepto académico y por tanto inocuo.

Pero hay conceptos académicos consolidados y otros en vías de consolidación. ‘Cultura de la violación’ no es de los primeros. En España apenas una docena de trabajos publicados en circuitos académicos cortos; varios de ellos encuadrados en una reflexión sobre la pornografía. ¿Habrá querido decir que el PP promueve la pornografía como herramienta de dominación patriarcal? En cualquier caso, muy consolidado no está. Acudo al corpus del español del siglo XXI (CORPES), con millones de referencias. He buscado la locución ‘cultura de la violación’ y he obtenido... cero resultados.

La propia ministra no parece conocer el significado, porque no replica personal e inmediatamente para aducir ese carácter académico neutralizador. Así las cosas parece exagerado y escasamente fundado que Isa Serra considere grave el aviso de la presidenta del Congreso, que atribuye a su desconocimiento inexcusable (otra alumna para la universidad de verano morada). Claro que la querella Serra contra Batet viene de lejos; en octubre de 2021 la portavoz afirmaba que si la presidenta tuviera dignidad dimitiría. Y ahí está.

Que un término aparezca en el discurso académico no lo hace inocente. Si yo afirmo que alguien promueve una ‘cultura del genocidio’, supongo que seré objeto de un merecido reproche. Las intervenciones de los paladines intentan vaciar de nocividad la afirmación de la ministra. Para entender qué se está diciendo con ‘cultura de la violación’ reproduzco un par de frases explicativas extraídas del artículo ‘Todo es mentira...’ de Bárbara Tardón, autora de referencia en el tema, asesora en el Ministerio de Igualdad, e inspiradora del discurso ministerial y sus defensas: «Teóricas feministas (...) no han dudado en calificar la violación como un acto ligado únicamente al ejercicio del poder. La violación no es considerada de esta forma como un crimen sexual, sino como un acto político violento». «La violación y otras manifestaciones de violencia sexual son claramente instrumentales. Nos violan y nos agreden sexualmente porque existe toda una estructura (...) que lo que persigue es controlar a sus víctimas». Este caballo de Troya cuela doctrina del feminismo-radical y se apropia del espacio feminista entero. ¿Violencia política organizada? Si rechazar esta tesis te convierte en cómplice de violaciones seremos tantos que la categoría se banalizará y servirá para diluir en la masa a los violadores del Ensanche. ¿Otro error de prospectiva?

Jesús Morales Arrizabalaga es profesor de Derecho de la Universidad #de Zaragoza

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