Cooperación entre aliados
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha insistido en la idea de crear un fondo industrial para hacer frente a la ley contra la inflación adoptada por Estados Unidos, que prevé ayudas millonarias al sector del automóvil norteamericano y que la UE considera discriminatoria para sus empresas. Lo cierto es que el plan de Washington puede crear distorsiones al fundamentarse en la lógica de «comprar productos estadounidenses». En una coyuntura internacional muy incierta, con el amenazante chantaje energético ruso, Europa y EE. UU. deben cooperar como aliados fieles, no solo en el plano militar y en el diplomático, sino también en el económico y el comercial. El presidente Biden debe entenderlo así.
Von der Leyen ha defendido el diálogo con Washington para hacer frente a los aspectos más preocupantes de la ley estadounidense, con un equipo de trabajo ya en marcha para este fin, al tiempo que la UE y Estados Unidos suman esfuerzos para hacer frente a los desafíos comunes que presentan Rusia y China. Está claro que el equilibrio entre sacrificios y costes como respuesta de los aliados atlánticos a la invasión de Ucrania ha de seguir siendo el motor que les permita actuar sin arruinar su respuesta común.
Más allá de garantizar la libre competencia entre las empresas de los países occidentales, acierta la líder del Ejecutivo comunitario al llamar a sumar fuerzas en el sector industrial y, en concreto, en el de la tecnología verde. Desde su aparición, la industria ha sido y es clave para generar riqueza, empleo, tecnología y, también, para alimentar un sector de servicios potente. Por ello, resulta lógico prever, en un mundo mucho más tensionado que a principios del siglo XXI, la creación de un club de materias primas para asegurar el abastecimiento de la industria europea superando el monopolio de Pekín en este estratégico campo.
