Por
  • María Pilar Clau Laborda

Racismo

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Uno de cada cuatro jóvenes se declara abiertamente racista, según el estudio ‘Jóvenes y racismo’ del Centro Reina Sofía del que se ha hecho eco esta semana HERALDO. 

Uno de cada cuatro "se declara abiertamente racista", además, hay otros que también lo son pero no lo reconocen y, además, no solo son racistas los jóvenes.

Nos cansamos de oír que la pandemia nos haría personas mejores; tal vez porque vivimos una vulnerabilidad común, un peligro inminente que nos unificaba a todos, y adquirimos conciencia de que formábamos parte de una misma comunidad global. Sin embargo, superada esa fase de empatía, de sufrir con el peligro que corría el otro (no hacía falta ser muy empático, sufríamos más o menos de lo mismo), nos encontramos con un mundo más atribulado, con mayores desigualdades sociales, con más miedo. Muchos buscaron amparo en una identidad social y marcaron diferencias con el resto, y lo que habíamos avanzado en integración sufrió un retroceso.

Será que, como dice el neurocientífico Antonio Damasio, el racismo es una tendencia que tenemos arraigada desde que aún no éramos seres humanos, de un pasado remoto en el que proteger a los más cercanos exigía defenderse de los que eran diferentes, y eso obligó a distinguir razas, especies y géneros. Las diferencias infundían temor y rechazo; pero hoy ya no necesitamos defendernos. El racismo solo desvela lo frágil que es una sociedad. ¿Acaso estamos ante la caída de una etapa en la que la tolerancia y el respeto han sido valores incuestionables? Aún hay una solución. Aún es posible ser uno mismo. La evolución social solo es posible desde la evolución personal. La tribu ya no nos protege. Marginar a otro es marginarse uno mismo. Lo importante es no perder la propia dignidad ni atentar contra la del otro. Si nos miramos a nosotros mismos, si observamos nuestras muchas identidades, advertimos que no todas son aceptadas por el grupo, pero nosotros no solo las aceptamos sino que tratamos de que se lleven bien entre ellas por nuestra propia supervivencia, por nuestro progreso personal. Ahora que ya somos seres humanos, no nos deshumanicemos. La ciencia y la cultura nos ofrecen medios para vencer el miedo y el odio. El racismo es solo una presunción de superioridad y ni el color de la piel ni la forma de los ojos ni del cabello nos hace superiores a nadie.

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