Tempus fugit

Tempus fugit
Tempus fugit
Heraldo

Esta locución latina –‘tempus fugit’– nos dice que el tiempo pasa, huye, se nos escapa.

Podemos decirlo más poéticamente ("todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar") o más científicamente (la flecha del tiempo siempre camina en una dirección para todo ente físico dotado de masa), pero su significado no cambia. El tiempo siempre avanza inexorablemente. Y es inexorable porque no se detiene ante nada. Los docentes, cada nuevo curso, tenemos alumnos nuevos, siempre igual de jóvenes a modo de un particular Dorian Gray, pero solo es un espejismo. Para nosotros también transcurren los años.

He querido escribir esta introducción para recordar que el mundo en que vivimos parece estar cambiando y que nosotros, los seres humanos, no le estamos dando a este hecho la importancia que se merece. Hemos vivido un verano tórrido, y un otoño quizá más cálido aún. Estamos inmersos en una guerra que, a pesar de su carácter local, nos afecta sobremanera en cuestiones vitales que incumben al bienestar de los que vivimos a miles de kilómetros del conflicto. Escasez energética en Europa y hambrunas en muchas otras partes del mundo son riesgos reales. Y todo esto sin que todavía haya quedado atrás la mayor pandemia de los últimos cien años.

A medida que pasa el tiempo, los problemas de nuestro planeta se irán agravando
si no hacemos nada para frenar las tendencias actuales

Expertos, pensadores, intelectuales, científicos y demás gente bienintencionada nos están advirtiendo de las consecuencias si no cambiamos nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno, natural y humano. Las desigualdades sociales están empujando a muchas personas a abrazar ideas y propuestas de un egoísmo feroz y suicida. Los problemas económicos nos hacen mirar atrás, a retomar soluciones que abundan y ahondan los problemas que ahora afrontamos. La geoestrategia, signifique lo que signifique, está haciendo que volvamos la vista a personas, organizaciones y estados que, hasta hace muy poco, considerábamos poco recomendables. La incredulidad se ha apoderado de capas de la población que consideran que los avisos que se dan son parte de una gran conspiración mundial para esclavizarnos.

Pero lo único cierto es que las predicciones sobre el deterioro de nuestro planeta se van cumpliendo, y tanto más rápidamente cuanto más anclados estemos en nuestro modo actual de vida, en nuestros hábitos de consumo y en la forma de organizarnos. No abogo por volver a la sociedad agraria previa a la revolución industrial, pero sí creo que el consumismo ciego nos lleva a la catástrofe. Sí considero que la forma de producir actual, lo que se llama una economía lineal, no es sostenible en absoluto. También creo, como otros muchos, que basarlo todo en suministros baratos, que cuando escasean colapsan el sistema, es la mejor manera de construir gigantes con pies de barro.

Todos los gobiernos del mundo y organizaciones de responsabilidad están realizando planes para una nueva economía. Será como la están diseñando o diferente, pero el hecho es ese. Hacen falta nuevas ideas. Desde el diseño de los productos, que no obligue a su remplazo porque sean irreparables, pasando por la distribución, que no haya que dar varias vueltas al mundo para conseguir lo necesario, pasando por nuestra forma de utilizar los bienes, desechando lo desechable, valga la redundancia, no hay tiempo que perder. Porque, como se titula este artículo, ‘tempus fugit’.

Frente al consumismo
desenfrenado, necesitamos evolucionar hacia una economía circular

La nueva economía circular, y no lineal, es tarea de todos. Nos encaminamos a la Navidad, periodo de máximo consumo en nuestra sociedad occidental. Es un buen momento para que reflexionemos en la intimidad. Pensar si de verdad necesitamos el coche para ir a comprar unos regalos. Meditar si precisamos de esa oferta maravillosa que hemos oído en los medios. Recapacitar si es mejor acudir a un comercio de nuestro barrio o hacer el pedido a un proveedor del otro lado del océano.

Es tiempo de dejar de dar vueltas a las cosas y, a pesar de que suene contradictorio, empezar a andar el camino de la sostenibilidad, es decir, de la circularidad.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión