Sequía en noviembre
Un otoño caluroso y sin lluvias está agravando aún más la sequía que ya sufría Aragón. Las consecuencias de esta escasez hídrica se acumulan. Está garantizado el abastecimiento de agua de boca, pero peligran el riego agrícola y la producción de energía hidroeléctrica. Octubre no ha cambiado el mapa de reservas embalsadas: las cuencas del río Aragón y del Bajo Ebro siguen en emergencia, por cuarto y quinto mes consecutivo, respectivamente. Y, lo que es aún más inquietante, la previsión para noviembre es similar a la del mes anterior, poca lluvia y temperaturas altas para la fecha. Ninguna planificación económica y social puede obviar los múltiples riesgos de esta sequía de duración indeterminada.
El quinto mayor embalse de España, el de Mequinenza, parará su central hidroeléctrica por primera vez en su historia desde 1966 si no llueve en abundancia antes de que acabe noviembre. Al igual que en el pantano zaragozano, también se prevé apagar otros dos saltos en Aragón: Puente de Montañana y Escales, en el río Noguera-Ribagorzana. La capacidad de generar electricidad a través de los saltos de agua está, pues, amenazada en la Comunidad y en otras zonas que sufren estrés hídrico. En realidad, es un problema aún mayor, porque las olas de calor y las sequías dificultan también la refrigeración tanto de las centrales térmicas como de las nucleares.
La prolongación de un verano de mucho calor y escasas precipitaciones plantea la urgencia de adoptar más medidas de ahorro de agua. Es perentorio empezar a gastar lo mínimo posible porque las previsiones meteorológicas no anuncian gran pluviometría para el final del otoño ni para el invierno. Se impone dar un impulso decidido a una nueva cultura hidráulica en todos los ámbitos de la actividad. Hay que prepararse para poder vivir con menos gasto de agua, ya que cada vez será más escasa y cara.
