Un hijo del barrio del Gancho "algo descarriado"

Estos días del Pilar se trastocan las rutinas del resto del año, para bien. 

Pasan tantas cosas que algunas importantes y extraordinarias no reciben mucha atención. El sábado, antes del pregón, por fin le llegaba el reconocimiento público en casa al músico del barrio del Gancho Santiago Auserón, uno de esos aragoneses que de tanto en tanto nacen tocados por la genialidad.

Zaragoza le hacía hijo predilecto, pero él, dentro del Ayuntamiento, prefirió presentarse como un hijo "algo descarriado", de existencia nómada desde niño, y habló de una forma de querer esta ciudad que es la de alguien que ha elegido vivir fuera y que es también la única posible para no pocos zaragozanos que sí la habitan todos sus días.

Sin alardear de nobleza y testarudez, sin exhibiciones de baturrismo ni efusividades impostadas, pero sí evocando la dignidad de algunas de sus gentes en tiempos recientes de oscuridad, celebrando una civilización tan antigua como inserta en la contemporaneidad, sus músicas, lo inefable que tienen su luz y el viento, el "poderoso" Ebro "que lo explica todo". Un discurso dictado por la experiencia y la emoción que invita a reconciliarse con esta Zaragoza tantas veces tan dura, afeada por siglos de violencia, especulación e indiferencia, ahora envejecida, en decadencia cultural...

Santiago Auserón, desde Radio Futura y aquello de la Movida, ha estado donde correspondía, haciendo uno lo culto y popular, luego actualizando la tradición latinoamericana cuando más se le volvía la cara en España, con canciones inolvidables. Un tipo tan inteligente, tan sensible, con tanta formación, ¡tan guapo! No hay muchos así de los que pueda presumir la ciudad. Verdaderamente valioso que se haga algo para amarrar su figura a la imagen de esta.